Aquel trayecto ferroviario sólo funcionaba los fines de semana. El viernes llevaba a los mineros a sus hogares dispersos por la llanada y el domingo los devolvía a la desolada montaña. La rutina siempre era la misma: el tren llegaba a la montaña, dejaba sonar su pito, los mineros se acercaban poco a poco, el jefe de estación gritaba a los mineros rezagados, el pasajero del asiento 25 llegaba tarde y el tren partía. Nadie sabía dónde se sentaba el pasajero 25. A pesar de que su billete dejaba muy claro el lugar que le correspondía, el pasajero hacia caso omiso a tal indicación. Al llegar al gran río, al inicio de una gran recta, todos asomaban sus cabezas por las ventanillas y veían al pasajero 25 abandonar el tren en marcha. Siempre era igual. Podían incluso decir a la altura de qué arbol se tiraba. Y, al regreso, en la misma recta se volvía a subir. Nada extraño en tan misterioso comportamiento, aunque todos sabían de cierta historia contada entre susurros. Aquel atardecer, el pasajero 25 llegó como siempre tarde y desapareció dentro del vagón. Todo acorde a la monotonía. Cuando el tren llegó a la recta, vieron acercarse a la puerta a un pasajero y lanzarse al vacío. Todos se quedaron en silencio. El pasajero 25 se bajó en la última estación.
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Terminaron extrañándose de lo común... Lo que hace la rutina.
ResponderEliminarBlogsaludos
Me ha gustado mucho. No sé si lo has escribo con esa finalidad pero, por si acaso te interesa, Renfe ha convocado un concurso de microrrelatos. Lo he leído en alguna parte...
ResponderEliminarSaludillos
Precioso micro. Con aire a leyenda, a, como se dice en mi tierra, cuento de aparecidos.
ResponderEliminarNo sé si finalizaste tu novela, pero estas palabras podrían ser el principio de una.
Besos
¡Que pena, la rutina acaba con todo, hasta con la sorpresa y el misterio!
ResponderEliminarMe gusta mucho ese tono de cuento de siempre, de leyenda. Se agradece volver a leer tus textos. Un abrazo.
ResponderEliminarPues a mí hay algo que se me escapa. Debe ser que estoy espeso a estas horas pero no acabo de pillarlo.
ResponderEliminarSeguiré leyendo comentarios.
Saludos.
Nunca se sabe cuando es la última vez...
ResponderEliminarMe ha encantado a última frase... pese al pánico que le tengo a la "última estación", a ella llegaremos al final de nuestro viaje.
ResponderEliminarUn beso.
Bella noche..
ResponderEliminarUn gusto venir a leerte y disfrutar de tu bella entrada… buena semana..
Besos de lindos sueños
Me gustó. Muy "Cuento".
ResponderEliminarMe ha gustado y me ha parecido un micro muy inquietante.
ResponderEliminarAbrazo, Adivín.
Hola Canoso, no te extrañe nada, y menos en la literatura.
ResponderEliminarBlogsaludos
Hola Puck, lo he hecho antes de cogerme los tres meses para la novela juvenil. Hasta ahora era reacio a los concursos, pero me lo estoy pensando, yo creo que es más miedo.
ResponderEliminarBlogsaludos
Hola Patricia, no he terminado la novela, solo le he dado la primera escritura, ahora en abril empezaré las correciones, que serán varias, pero ya no me exigirá tanto. Me gusta que te guste.
ResponderEliminarBlogsaludos
Hola Ma, la rutina inunda la vida y la hace tedio, menos mal que me queda leer vuestros blogs.
ResponderEliminarBlogsaludo
Hola Maite, una de las cosas que se agradece al volver es poder leer vuestros blogs. Se llenan de fabulosas pinceladas que me llenan de buena lectura.
ResponderEliminarBlogsaludos
Hola Miguel, siento que no hayas sacado ninguna satisfación de la lectura, espero poder lograrlo si vuelves por aquí.
ResponderEliminarBlogsaludos
Hola Su, de momento nos conformamos con iniciar nuestro próximo viaje sin novedad.
ResponderEliminarBlogsaludos
Hola Chula, todo empieza y todo acaba, y luego está lo nuestro, que es penar por las esquinas.
ResponderEliminarBlogsaludos
Hola Balovega, espero contar contigo en próximas ocasiones y que sean de tu agrado.
ResponderEliminarBlogsaludos
Hola Cybrghost, a mi me gustó escribirlo, aunque si lo escribo de nuevo seguro que le hacía algunos cambios.
ResponderEliminarBlogsaludos
Hola Torcuato, inquietar estaba entre las cosas que yo esperaba de él.
ResponderEliminarBlogsaludos
Este relato me deja con muchas preguntas, pero me las iré contestando a medida que las masculle (me gusta ese verbo, masticar las palabras, o las preguntas). Inquieta y a la vez lo cuentas con tal naturalidad... un poco de realismo mágico.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Anita. Yo soy de los que quiero enterarme al principio de todo, y después me doy cuenta que me quedó algo, esa pequeña cosa es la que mejor gusto me deja. Por eso me gustan los micros.
ResponderEliminarBlogsaludos