23/12/09

PIM PAM PUM FUEGO

LA SEMANA DEL JUEVES 31 DE DICIEMBRE NO SE PUBLICARA EL DIARIO DE INDEPENDENCIA PORQUE TANTO LOS PERSONAJES COMO EL AUTOR ESTAREMOS DE FRANCACHELA



A nadie se le ha ocurrido poner la calefacción central por el pasadizo. Mis dedos quedan ralentizados simplemente al mantener una llamada telefónica con el abogado del periódico. Sin embargo la llamada me reconforta con sus propuestas, me manda marchar lo más rápido posible del diario y que él vendrá a pedirles todos los papeles a los interfectos y rogarles le digan quien les ha nombrado directores del diario para asumir una decisión tan drástica. Me recuerda que todavía no se ha leído el testamento y por lo tanto sigue en vigor mi cargo de director en funciones. Acaba diciendo algo que no fui a entender, arremete con la insolencia de estos y asegura que quizás se lleven una sorpresa cuando se lea el testamento. Intento meter el móvil en mi bolso con una respuesta negativa, lo único que hace es caer al suelo y abrirse en dos. Lo que me sobra es tiempo.

En la calle comienzo un peregrinaje por las calles, mirando escaparates por si alguien me sigue y bebiendo cañas que me hagan olvidar la posibilidad de que alguien me siga. Es tal mi ingestión de cerveza que apenas me acuerdo de pararme a comer, algo que suelen hacer las personas con dos dedos de frente, pero que yo había olvidado hasta de la existencia de algo que no sirviera para almacenar líquido. La verdad es que el lugar donde voy a comer me recuerda que además del lugar de acumulación de fluido de ambrosía es importante también mantener un lugar que se dedica a recibir los aromas y rechazar aquellos no adecuados. Demasiado tarde, el camarero viene con el bloc en la mano.



En el baño queda gran parte de lo ingerido allí y aquello que introduje con anterioridad. La salida a la calle me devuelve a los olores cotidianos. Puedo saltar de alegría por la dicha de vivir aun muy a pesar de los menús del lugar, pero debo de darme prisa para llegar al cementerio, quedaría muy feo no ir al entierro de un jefe. Allí veré a los hijos e intentaré entender un poco lo que el abogado me decía. Cojo un taxi que me haga no llegar tarde al evento y me de tiempo a dormir algo.



Aquella zona del cementerio está compartimentada en diferentes recovecos: la zona para los amigos de hijos y ex mujer, llena de camareros con bandejas repletas de champán; la zona de vecinos y gente del barrio del muerto, donde la charla es fluida y alejada de toda tristeza; la de sus compañeros de la prensa y empleados, donde las palabras salen más entrecortadas y se ve alguna lágrima; la de la policía, tan discreta y disciplinada con la fumarada. Entro por este lugar de una forma silenciosa y escudriñando donde se encuentran mis compañeros. De repente alguien me habla.

-Hombre, don Manuel –empieza bien con ese tratamiento tan estirado-. Soy el comisario Cepeda, el que lleva el caso de su jefe.

-Tanto gusto –le dije un poco forzado.

-Vaya juerga que se llevan estos días usted y sus subordinados –me imagino que se refiere a mis compañeros-. Bueno, bueno, ¿así que usted dirige a los Sherlock Holmes de gacetilla que nos están haciendo la competencia?

-No entiendo lo de gacetilla, ¿se referirá usted a los periodistas que encuentran pistas que vería hasta un ciego y ustedes dejan tiradas por los lugares cercanos al crimen?

-No hace falta que se ponga así. Aunque no fueron los que apretaron el gatillo, sus hijos tenían intención de asesinarlo, y ahora que lo ha publicado su diario va a ser difícil que ningún juez pueda dejarse influenciar por la familia.

-Comisario –le llama un joven policía descamisado-, han robado el cadáver.

-¿Qué? –su cháchara queda cortada por una salida fugaz.

Me dirijo hacia mis compañeros. En la zona del cementerio comienza a subirse un poco la voz. Es más, parece un paseo en hora álgida y no un camposanto. Con el ruido humano no se oye el de las balas. El cuerpo de Enrique se desploma y el griterío aumenta. Las carreras van de un sito a otro, hasta que las balas las coartan. Solo yo quedo quieto en el sitio.

   TÚ DECIDES  

Después del descanso del día 31 de diciembre, publicaremos el capítulo que va a tratar sobre vuestra decisión sobre la mafia rusa. Gracias a Xio y a Manu Sancero por su participación, con ella han decidido no pagar a la mafia rusa, a ver que ocurre. Ahora os dejamos con la nueva pregunta:

-Comisario –le llama un joven policía descamisado-, han robado el cadáver.

Con estas palabras conocemos de la desaparición del finado. ¿Dónde piensas tú que va a aparecer?


A.- En unas bodegas de vino, con unas cuantas botellas en el féretro.


B.- El los váteres del cuartel de policía con una nota de amor para el comisario Cepeda.


C.- En un escaparate de unos grandes almacenes, trabajando de maniquí.


En tus manos está la decisión. A la semana después de la decisión se publicara el capítulo.

17/12/09

NOS CIERRAN EL PERIÓDICO

Esta semana cambiamos de juego, este es más sencillo y más participativo, unete a tomar decisiones en la blognovela.

El ruido de la apisonadora de la calle apenas me deja dormir a partir de las ocho de la mañana. Deberían de poner una hora más prudente para poder molestar a los vecinos con ciertos estruendos. A la fuerza ahorcan, me levanto y hago una cafetera mientras me ducho ligeramente. Estoy disfrutando de su sabor cuando suena mi móvil. Contesto.


-¿Es usted quién se nos ha puesto su anuncio en el diario? –espero un acento extranjero que para nada se corresponde con aquel que suena por mi auricular. Lo de la mafia rusa ha extendido sus tentáculos a los chelis de Madrid.

-Sí señor. Vaya rápidos que son ustedes contestando.

-Pues eso, que no se me enrolle. ¿Quién va a ser el finado?

Le doy el nombre de nuestro jefe, su dirección y su descripción, todo seguido y sin ningún titubeo, tal y como había ensayado toda la noche. Espero algún tipo de duda o de estupor en su voz. Me quedo con las ganas, el muy truhan me hace saber el número de cuenta donde debo de ingresar el anticipo y dice que una vez que haya pagado harán su trabajo prestos y veloces. Cuelga y me deja alelado, como si hubiera acabado un combate de boxeo lingüístico. No me queda otra que aguardar a que se pusiera en contacto con sus jefes y estos se dieran cuenta de la jugada.

Apenas me cuelgan el teléfono, me doy una ducha de verdad, me visto y voy para la redacción. Justo me está esperando a mi puerta con cara de ansia. Nos internamos en mi descabalado despacho y buscamos una silla que estuviera libre de papeles donde él pudiera sentarse. Habían buscado las ropas de los supuestos curas hasta el aburrimiento sin ningún tipo de suerte cuando vieron a dos indigentes revolviendo en un contenedor y sacando algunos ropajes.

-Los pobres quedaron con cara de alucine cuando empezamos a gritarles –sigue relatando Justo-. Corrimos para el contenedor y vimos si se trataba de lo tan buscado. Efectivamente, jefe, una ropa con algunos cortes pero sin sangre. Casi no lo percibimos en un principio, pero después fue Alejandro quien señaló que nuestro jefe estaba muerto cuando le dieron las cuchilladas. Por cierto, no apareció por ningún lado las navajas o los cuchillos o lo que coño fuera.

-Así que los hijos no fueron los que lo mataron. Pues ayer publicamos como segura su autoría.

-Intención, tenían. Si no fuera porque alguien se les adelantó, ellos acababan con el finado.

-Sí, pero eso no basta en un periódico serio. Teníamos que haber contrastado nuestras averiguaciones. Hoy no publicaríamos eso ni locos.

-Locos los hijos. Vaya desnaturalizados.

Pedro, el conserje del diario, me hace una seña y yo le contesto con el gesto que entre y me diga. Justo se retira a su mesa a continuar su labor.

-Señor don Manuel…

-Cuantas veces te tengo que decir que no me llames señor, que conmigo no hay ese tipo de estiramiento, que hay confianza.

-Manuel, unos policías vienen con unos abogados y los hijos del señor y dicen que tienen orden de cierre para el periódico.

-Anda que la armamos guapa. Diles que he salido, que vuelvan más tarde. Saldré por el pasadizo, para algo tienen que servir los edificios antiguos.

-Sobre todo en la época del franquismo.

   TÚ DECIDES  
 
La mafia rusa se ha puesto en contacto con Manolo:
 
"Espero algún tipo de duda o de estupor en su voz. Me quedo con las ganas, el muy truhan me hace saber el número de cuenta donde debo de ingresar el anticipo y dice que una vez que haya pagado harán su trabajo prestos y veloces."
 
Ahora te toca a ti decidir si Manolo va a ingresar el dinero o no. Envía tu opinión y súmate a la blognovela. Si envías SÍ tendrá unas consecuencias y si envías NO tendrá otras. Además puedes hacer llegar tu idea de lo que puede pasar tras la decisión. No te quedes quieto y anímate.

La próxima semana sabremos la decisión y a la siguiente saldrá en el capítulo correspondiente. ¡Ah! Por imperativo festivo saldremos el miércoles.

10/12/09

OJO CON LOS HIJOS

Desde el funeral de nuestro jefe y las charlas que allí tuvimos con la portera y la vecina de puerta, nuestra tranquilidad nos abandonó por una infinidad de dudas. La visita obligada al vecindario fue fulminante, nos encontramos con la puerta de la azotea abierta y unos misales tirados en su entrada. Espero que haya huellas en esos libros, pero me parece que va a ser todo un acontecimiento en un caso donde todos son problemas y ninguna es solución. Carlos, nuestro especialista en ciencias y tecnología, mientras tanto, va a recorrer todos los cajeros y empresas con cámaras que pudieran recoger a alguno de los sospechosos. Cada tarea que le mandamos es más difícil de realizar, cualquier día nos manda a la mierda y ficha por uno de los grandes. O se convierte en el mote que le damos, el Correcaminos Estelar. Aunque Justo siempre lo vio más en el papel de Piolín, rápido y cabrón. El teléfono móvil me suena.


-Manolo al habla.

-¡Qué gilipollas eres! Pues yo soy el Enrique y estoy al escucha.

-No vas a cambiar, ¿eh?.

-Anda, vente para el bar de enfrente de la redacción, bueno, de tu redacción, tengo algo que contarte y el teléfono tiene muchas interferencias.

Enrique fue redactor en el Diario de Independencia hasta hace casi un año que se marchó para La Pación, donde le pagaban más y vivía mejor, eso sí, aunque un poco engrasado por tanta brillantina. El periódico no podía vencer al matrimonio y la necesidad de liquidez que éste te da, por eso nada más que quedamos los solteros.

El paseo en moto apenas duró diez minutos. Le doy el casco a Justo y marcho en dirección a mi despacho oficial de JB, donde siempre recibo a mis visitas bien rodeado de vidrio. Ángel, el dueño, siempre se lanza a mi vaso especial y me lo rellena apenas entro por la puerta. En miles de ocasiones casi nos cierran el bar para nuestras francachelas.

-Siéntate y escucha, Manolo al habla.

-Escucho, señor facha.

-Menos cachondeo, bastante tengo con trabajar allí. Hoy hemos recibido un anuncio para la mafia rusa, uno de sus trabajitos. Como le había avisado al que los recoge que me diera un toque si aparecía uno, me ha llamado. Hemos cambiado el teléfono de contacto por tu móvil, así que mañana te llamarán. Espero que sepas lo que haces, son gente que no se anda con bromas.

-Cuando llamen os los voy a re direccionar.

Nos vuelve a rellenar las copas mientras nosotros conversamos animados por el alcohol. Mañana será el funeral y todos los periodistas que trabajaron en el Diario de Independencia acudirán con un ramo enorme en el que se va leer “Tu verdadera familia no te olvida, te esperamos en la redacción”. Acorde a lo que se corre por todas las redacciones, según Enrique, su ex mujer tuvo tres hijos del mismo padre cuando él estuvo fuera en diferentes corresponsalías. Ni que decir tiene que ella no le acompañó a sus tres destinos, era muy chévere para lucir su cuerpo en el tercer mundo, aunque este estuviera en paz. Pobre diablo, mucho aguantó.

Nuestra despedida es rápida, contando que nos vamos a ver a la tarde siguiente. Entro corriendo redacción adelante, presuroso a dar los últimos retoques y a ver las galeradas. Encima de mi mesa veo sin embargo un vídeo con una nota que dice: “Ojo con los hijos”. Me lanzo a ponerlo. Está preparado en las imágenes donde se ve a los supuestos mormones pasando por un cajero cercano. Vienen marcados el día y la hora. Por lo menos es cierto lo contado por su vecina. Esos elementos hicieron su visita a nuestro jefe. Lo echo para adelante a ver si los veo salir, parece un trabajo en vano. Voy a quitar las imágenes cuando reparo en los dos hombres que circulan en la otra dirección. Son sus hijos, dos de sus tres hijos. Dos, el mismo número de mormones que habían subido a su edificio por el edificio de al lado. Un par de manos para acabar con una vida. Hablo con Justo por el móvil. Se fue con otros dos redactores a buscar el ropaje que acompañaban a aquellos misales. Llame a toda la redacción. Toca trabajar. Mañana va a salir la noticia que él tanto buscaba. Simpáticas circunstancias.

 
COMIENZA EL JUEGO
 
Esta vez, como la anterior, el título lo componen cuatro palabras que llevan el siguiente orden de colores:
 
PRIMERA  SEGUNDA  TERCERA  CUARTA
 
Ahora debemos descubrir la palabra para cada color. La PRIMERA de la semana pasada podía ser:
 
hojas   oídos   sordera   cuatro   gafas   ojo
 
Y la que aparecía en el título fue ojo.
 
Acordaros que la solución de la semana pasada fue: Ojo con los hijos.