13/3/12

POETAS EN EL TINTERO 2

REBECA SOLER (GALATEA)


1.- ¿Cuándo fue tu primer encuentro con la poesía?
 
En realidad que se me considere "poeta" o que mis escritos son poesía, creo que es un desacato a todos aquellos que se dedican a la literatura. Un calificativo demasiado generoso.
 
No sabría decir con exactitud cuando empecé con esto de la escritura, a juntar palabras, porque nunca antes de abrir el blog había hecho algo similar, ni siquiera he tenido un diario de jovencita.
 
Un día, de repente, por circunstancias personales sentí la necesidad de plasmar pensamientos y empecé a escribir todo aquello que llegaba a mi mente, sin pensar, simplemente lo expulsaba de mi cuerpo como quien utiliza una técnica de relajación.
 
Un método que resultó eficaz para liberar algunos fantasmas y temores, que con el paso de los días fue convirtiéndose en una cuestión de apetencia y satisfacción.
 
Así que, imagino que mi primer encuentro con ella fue hace apenas unos meses, cuando mi prosa poética de apenas un añito se convirtió de vez en cuando en versitos.


2.- ¿A qué sabe tu poesía?
 
Pues la hago del mismo modo que cualquiera de los escritos que aparecen en mi blog sea del estilo que sean.
 
No pienso en nada concreto, simplemente llega una ráfaga a mi mente, una palabra, un instante, una imagen dibujada en mi pensamiento y me limito a describir aquello que me hace sentir.
 
Casi siempre lo hago mientras dejo volar mi subconsciente, tomándome un cafetito en la cocina, de camino al trabajo, en el bus, desconecto de lo que me rodea, suelo ir con autismo provocado, llega la idea, la plasmo en mi libretita...
cuando tengo un momento la copio en el blog y listos.
 
No depuro ni pienso demasiado en que he escrito, ni le dedico a cada entrada más de 15 minutos. Luego busco una imagen que se acople minimamente a aquello que me pretendía transmitir y le pongo el título.
 
Siempre en este orden: pensamiento, imagen, título.
 
No provoco mis escritos, me ocurre que a veces veo la imagen, quiero plasmar un pensamiento y resulta que lo que escribo es totalmente distinto a lo que quería decir, pero así lo dejo, porque será que mi subconsciente quiso decir eso y mi yo racional no tiene derecho a cambiarlo.
 
Con todo esto, imagino que mi poesía sabe a cavilaciones sencillas, ráfagas instantáneas, sin depurar, emociones en estado puro y pensamientos de mi yo más visceral.


3.- ¿Qué palabra no-poética está más llena de poesía?
 
Utilicé una en algunos escritos, "canalizar". Cuando hablas de amor, donde dejas libres tus emociones, "encauzar" no parece que sea la mejor de las opciones, así que me quedo con esa. Dependiendo del sentido que le des, canalizar puede ser tan poético...


4.- ¿Escribes versos tristes cuando tu estado de ánimo no es de tristrza?

No, si estoy feliz no puedo escribir sobre algo triste, porque como he comentado antes, mis letras son el reflejo de mis pensamientos y mi estado de ánimo.

No puedo provocar letras ni escritos, me limito a plasmar emociones de un instante determinado.

Si estoy triste, es muy posible que mis letras lo reflejen, aunque a veces no lo pretenda.


5.- Debes de dejar una pregunta para el tintero próximo:

¿Te gusta dedicarle tiempo a la métrica y las figuras retóricas en tus poemas?



ESPIRAL


Esas ansias tuyas y mi impaciencia sin domesticar,
desequilibran mis esquemas, en la estabilidad que me das.
Eres acorde filarmónico de premoniciones,
una sinfonía de sensaciones, que no sé explicar.
 
 
Un intercambio de sonrisas y sudor en las manos,
un temblor irreverente y ujna espiral...
El vértigo recorriendo mi cuerpo
una hélice acariciándome de modo integral.

 
Me inundas y repligas tus alas... para volverme a asediar.
Exaltas todos mis instintos en tu invasión peculiar.
Me tientas, me secuestras... con ese tu pliegue facial,
un fruncido, un guiño que sin mediar palabra sabe hablar.

Me pintas luces, me sueñas días... volviéndome del revés,
salvo rendirme nada más tengo que hacer,
te adueñas de mis emociones cosiéndome a tu piel.

 
Mis sensaciones razonadas claudican a tu mirar.
Me bordas y me tejes como tu extensión corporal,
con un nudo gordiano imposible de desligar.

Y me pierdo, y me arrastras... obligándome a pecar,
ahogada en el aliento de tu estructura molecular.



MILIMÉTRICO CAOS...



Somos sensibles sistemas dinámicos...
que tropezaron en un momento dado,
sorteando las trabas, los escollos, los obstáculos
evolucionamos con el tiempo,
contra toda previsión a largo plazo.


Imprevisibles comportamientos
desmontamos los pronósticos,
marchitamos los presumidos límites,
cómplices en los espacios fronterizos
juntos, en una relación de vertiginoso caos.


Somos sensiblemente indeterminados...
encontrado una configuración precisa,
paralela a nuestros instintos primarios.
Inédita, propia, un estilo perfectamente atropellado
aprendiendo cual novato a estructurarnos...


Pintamos de orden el puzle desordenado,
las condiciones iniciales enmarañamos…
compusimos la sinfonía , la instrumentamos,
afinando los sentidos… que burbujean en el estómago
y nos convierten en directores de nuestro propio estado.


Y así nos movemos, y así… desordenados bailamos,
relación al vaivén de nuestra banda sonora
afinados, precisos y en rítmico desorden.
Endulzados por nuestro intrínseco sentimiento,
acariciándonos… tú y yo conjugamos.


Tú y yo vivimos perfectamente alineados,
en nuestro mundo caótico, milimétricamente ordenado.





EL INFIERNO PUEDE ESPERAR


Pensar con el corazón y mantener fría la cabeza
en la hoguera de tus vísceras,
tránsito rápido de la razón.

No puedo perder la calma, ni callarme contigo,
estabilizar la cordura se me antoja difícil,
te envalentonas y los filtros se agujerean,

Te cuelas por el más escondido rincón…

Ni restas ni sumas,
pero elevas mi exponencial a su máxima potencia.

Que tus dientes apresen mi boca
y fluya impertinente la rabia…
que me aturde el pronombre
y se me escapa la exclamación.

No te escondas bajo mi ropa,
ni me prives de la sin razón.
Rompe mis reglas absurdas y déjate llevar…

Que el firmamento es hermoso
y el infierno puede esperar…





SOY...



Soy la vibración las cuerdas de tu piano,
la melodía asonante brotando de tus manos.
La que le roba el sol a tus mañanas
y prolonga la luna en tu ventana.

La pompa jabonosa posada en tus dedos
y brisa esporádica rozando tu cuello.
Soy la bruja sin conjuro
y la maga a quien dejaste atravesar el muro.

Carcelera de tus ratos milimétricos,
la que teje cual araña tus instantes inquietos…
Soy vulnerable a tus guiños faciales
y presa culpable de tu mirada intratable…

Soy quien camina sobre tus nubes
y pinta de sonrisas las cumbres.
Artesana de tus palabras y sentires,
virtuosa escapista de tus momentos febriles.

Soy ave revoloteando en tu conciencia
y mariposa que con sus alas acaricia tu inconsciencia.
Eco resonando en el espacio,
compás ruidoso caminando despacio.

La certeza de lo incierto,
la lluvia resbalando en tu cristal,
un temblor irreverente y una espiral…

Soy la crisálida con tus ojos tatuados
en su estructura molecular…
la libélula cristalina que reflejan tus espejos
y el sustrato que hace tu sentimiento enraizar…

Equilibrio al borde de tu cuerda floja
salto al vacío en sonata sin notas…
Soy reflejo de viento y plastilina en tus dedos,
mantequilla derretida, rescatada del miedo.

Soy sin ser, sin tu guarda y custodia…
un paseo de almendros que sucumbe a tu sombra.

Soy el canal que transporta tu risa,
cuerpo no inmunizado…
dosis exacta de destierro
y pulsión suspendida en tu sonrisa…

No soy más que creación de tus momentos,
la resonancia fiel de tus pensamientos.
Estela fugaz prolongada en el cielo…,
y rastro luminoso de tus secretos…



Las dos niñas de mis ojos, Rosa y Galatea, me han mandado cuatro poemas para que escogiera dos. No he podido, a mis niñas no les podía hacer ese feo estando de estreno. Espero que los próximos manden sus dos poemas.


Llega mi descanso para prepararme para la Toxina Botulínica. A Coruña me espera, si se resuelven algunos problemillas que siempre salen, mi segunda ciudad me va a mimar por un mes y yo espero mimarla también. Cuando vuelva no voy a empezar directamente con el blog, algunos proyectos me van a alejar por un tiempo. Por lo tanto, hasta pronto.





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6/3/12

MICROINVITADOS 30


MARTIN GARDELLA



Un microrrelato puede surgir en cualquier lugar, inspirado en una imagen, en una canción, en una anécdota, en un libro, en una película, en un sueño. No tengo reglas particulares para escribir una historia. Surgen espontáneamente. Si las fuerzo, es probable que se nieguen a salir o que no sean las mejores ideas. Esa es mi regla: la espontaneidad. Luego, esa idea debo trabajarla para transformarla en microrrelato, utilizando las herramientas de corte y corrección tan necesarias. Y mi blog “El Living sin Tiempo” es el lugar donde las comparto por primera vez con los lectores, que en definitiva son quienes les dan el sentido final a las historias.
Un buen ejemplo de lo expuesto, es mi micro “El bumerang”, que traje para compartir con tus lectores. Este micro surgió una noche, mientras hacía zapping frente a la televisión. Allí podía ver a un niño que jugaba alegremente con su bumerang. Su cara de felicidad era inmensa cada vez que lograba atrapar el artefacto volador en su camino de regreso. Se me ocurrió pensar entonces qué frustrante sería si el bumerang decidiera no volver. Tomé un papel,  anoté la idea, y seguí viendo la televisión por un buen rato.

Algunas horas después, cuando pude lograr inspiración y el tiempo necesario para escribirla, convertí esa simple idea en el microrrelato que se transcribe más abajo.

El resultado es una historia corta, pero que contiene de alguna manera muchas otras historias posibles, gracias al uso de una  analogía y el trabajo de interpretación que todo buen lector de microrrelatos debe realizar. Espero que sea de su agrado.
Agradezco a Nel por acogerme en su casa. Su invitación ha sido una alegría enorme y un verdadero placer. Si la historia que aquí cuento les agrada, los invito a pasar por mi Living. Allí hay muchos más tragos como el que sigue, y hay canilla libre.



EL BUMERANG

Lo lanzaba al aire libre, y él volvía, siempre volvía. Pero como ella era incapaz de aferrarlo antes de que cayera, terminaba estrellado contra el suelo, lleno de dolor y resignación. Por eso un día se cansó y no pegó la vuelta. Y se fue lejos, tan lejos, que ella pasó tres años buscándolo, sin ninguna señal positiva.

Lo encontró de casualidad en una plaza del pueblo. Otra niña lo tenía entre sus manos tiernas, se lo veía espléndido. Descubrió así que su juguete predilecto ya no le pertenecía (y quizás eso iba a ser lo mejor para ambos). Decidió entonces alejarse definitivamente, llevando consigo una congoja insoportable; no iba a ser fácil conseguir otro igual.

Una década más tarde, se sorprendió al revivir esta historia de manera casi idéntica. Esta vez, con el hombre de su vida.






SUSANA CAMPS


La página en blanco no suele llamarme; tiene su vida, tranquila y autosuficiente, y puede arreglárselas estupendamente sin mí. Soy yo quien, empeñada en llenarla, miro, escucho, pienso, leo, recuerdo... y, si tanteo con cuidado el material en alguno de esos días en que estoy especialmente sensible, puedo descubrir alguna rugosidad o punta de clavo que me invite a armar una historia. 

Enseguida trato de entender qué sentido tiene el relato que se está formando. No me siento a escribir sin saber que el contenido alcanza alguna profundidad, o bien que sabré controlar la tensión o el juego si sólo me apoyo en eso. En caso afirmativo, empiezo el tecleteo, aunque la experiencia sólo terminará a mi gusto cuando vea claramente el final: si no tengo el cierre, no tengo el relato.

¿Qué más...? Casi nunca tomo notas, y casi siempre tengo prisa por crear un texto deslumbrante, lleno de un talento que paralice al mundo de una sola y certera estocada. Que salga en el Telediario y la CNN, vamos. Pero no me pasa... y ya me voy acostumbrando: sé que debo domesticar una frase despeinada, un ritmo que no fluye bien o alguna palabra mejorable mediante muchas, a veces interminables, correcciones.

El siguiente texto surgió de una espera aburrida en la peluquería. Todo el mundo sabe lo que ocurre si uno se mira fijamente en un espejo; el resto vino rodado. Y como tiendo a valorar lo trágico y profundo muy por encima del juego, “Escenas de peluquería” fue una de las mejores sorpresas que me dio el blog, porque los comentarios lo valoraron positivamente y me animaron a explorar, en posteriores textos, mi lado menos trascendental. A modo de agradecimiento y en especial homenaje a la generosa hospitalidad de Nel, hoy presento ese punto de inflexión, muy orgullosa, aquí.

  


ESCENAS DE PELUQUERÍA


Hoy, en la pelu, me he dado cuenta de que cuando no me miro a los ojos mi verdadera cara se deja ver en el espejo. He probado varias veces: me miro fijamente el pecho y, al instante, aparecen unos ojos gigantescos, redondos, grises, y el contorno de mi rostro tiene forma de pera al revés. Es un rostro mezcla de hormiga y extraterrestre, y no debería mostrarlo en público.

Al llegar a casa he ido corriendo al cuarto de baño a cerciorarme: efectivamente, el espejo me denuncia en cuanto me descuido.

Como sé que las peluqueras pueden fingir indiferencia mientras alertan al servicio de ufología desde la trastienda, no he tenido otra opción: he bajado a devorarla. Cuando la regurgito en la maceta de la pelu, sale tan trastornada que lo atribuye todo a la repetida inhalación de permanentes.







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