21/3/11

AVANCES (2)

Jamás había pensado que se llegara a tamaño avance desde los tiempos en los que se generalizó internet en los hogares, sin embargo, día a día, se van innovando y alcanzando metas increíbles. La semana pasada compré un móvil cuyo funcionamiento me intentó explicar el dependiente, sin que yo le hiciera mucho caso. Sabía que las compañías se traían unas peleas entre ellas para abducirte en el momento en que el cobro de tu llamada fuese mayor: Movimoon te abducía en las llamadas internacionales, Torange en las nacionales y Olafone en las locales. Te levantabas perteneciendo a una compañía y te acostabas siendo de otra, pasando a lo largo de la jornada por todas ellas según la cantidad de llamadas que efectuaras. Y vaya cómo se pasaban con el cobro que realizaban al darte de alta.


Anteayer, marchó mi hermano de vacaciones a la base espacial de cinco estrellas El Ventorrillo, que se encontraba en el lado oscuro de la Luna. Apenas había llegado, me llamó a cobro revertido con los consiguientes pingües beneficios para la compañía. Me dije que en otra tala no me iba a pillar mi vergonzoso hermano. Lo llamé ayer con mi móvil a través de la compañía interestelar más cara en llamadas a cobro revertido. Al principio no escuché nada, ni un miserable ruido espacial rugiendo en medio de la comunicación. Pensé que me tenían en espera para la consabida clavada de tarifa telefónica típica en la Tierra. Sentí una inquina procedente de mi móvil y yo le devolví un enfado macanudo. Alguien se estaba columpiando de mi chepa en silencio y tomándome por un pringado. El silencio era lo que más me mosqueaba. Mi complejo de inferioridad afloró suavemente por el celular. Un sentimiento de cornudo me saludó severo en mi frente. De repente, la llamada se cortó. Aquello me pareció la mayor tomadura de pelo en la historia de la telefonía. Me puse en contacto con la compañía y nada más escuchar su respuesta, supe que sobraban las palabras.

 
Próximas publicaciones:
 
Miércoles 23, en corto: Retahila no tan Infantil
Viernes 25, microinvitados

18/3/11

MICROINVITADA

Tras el corto tiempo inmiscuído en otras tareas, vuelvo de nuevo a esta sección tan deseada por mi. Quedan muchos por pasar por aquí, pero con algunos la deuda es ya grande y me dispongo a pagarla. No es una selección de los mejores, porque sería muy atrevido por parte de cualquiera decirlo de ese modo, son aquellos que me van rellenando las tardes con sus blogs de micros y logran endulzarme la vida. Una de ellas no figurará hoy aquí ya que todavía no me ha confirmado su deseo de participar.

La otra me puede hacer un muñeco budú y clavarme cuantas agujas considere justas. Marialuisa es una de las primeras microcuentistas con las que me he topado en el ciberespacio y ha sido una escritora que siempre quedaba para otra semana, porque es una mujer callada y más próxima a las hormiguitas. Hoy le hago justicia, o eso intentaré. La primera vez que la leí me dejo un sabor que se extiende levemente por la lengua y te deja un sabor a sencillo. En ella encuentro sencillez en cada poro de sus letras, esa sencillez tan difícil de lograr y que muchos nos admiramos al encontrarla. Siempre la vuelves a leer para degustar el micro. Secret Garden es un blog que podrás visitar con satisfacción y te encontrarás micros como Un Genio que es de duración corta pero de reflexión larga.

UN GENIO

El genio frotó la lámpara. De ella salió el vagabundo que dias atrás le pidió un deseo: "Deseo ser un genio".
 
 
Pero me parece que uno no es suficiente, Indulto es el micro donde Marialuisa ha dejado su huella insertada en él. Goza y luego visita su blog.
 

INDULTO

Siempre miraba a los ojos de sus víctimas unos segundos antes de asestar el golpe. Le gustaba sentir el miedo, la súplica y la desesperación. Sólo una vez no pudo hacerlo. Aquel corderito le recordaba a un anuncio televisivo.
 
 
 
Próximas publicaciones:
 
Lunes 21, microrrelato: Avances (2)
Miércoles 23, en corto: Retahila no tan Infantil
 
 
 

16/3/11

DESEO



Por cada silencio,

                                    tu silencio

cómplice de vida.

Por cada mirada,

                                   tu mirada

cómplice de esperanza.

Miradas de silencio

solícitas de tus caricias,

                                               tus suspiros

                                                                             y tus ensueños.



Próximas entradas:


Viernes 18: Microinvitadas.
Lunes 21: Microrrelato: Avances (2)

14/3/11

PASAJERO 25


Aquel trayecto ferroviario sólo funcionaba los fines de semana. El viernes llevaba a los mineros a sus hogares dispersos por la llanada y el domingo los devolvía a la desolada montaña. La rutina siempre era la misma: el tren llegaba a la montaña, dejaba sonar su pito, los mineros se acercaban poco a poco, el jefe de estación gritaba a los mineros rezagados, el pasajero del asiento 25 llegaba tarde y el tren partía. Nadie sabía dónde se sentaba el pasajero 25. A pesar de que su billete dejaba muy claro el lugar que le correspondía, el pasajero hacia caso omiso a tal indicación. Al llegar al gran río, al inicio de una gran recta, todos asomaban sus cabezas por las ventanillas y veían al pasajero 25 abandonar el tren en marcha. Siempre era igual. Podían incluso decir a la altura de qué arbol se tiraba. Y, al regreso, en la misma recta se volvía a subir. Nada extraño en tan misterioso comportamiento, aunque todos sabían de cierta historia contada entre susurros. Aquel atardecer, el pasajero 25 llegó como siempre tarde y desapareció dentro del vagón. Todo acorde a la monotonía.  Cuando el tren llegó a la recta, vieron acercarse a la puerta a un pasajero y lanzarse al vacío. Todos se quedaron en silencio. El pasajero 25 se bajó en la última estación.

Próximas publicaciones:
Miércoles 16: Sensaciones: Deseo
Viernes 18: Microinvitadas



9/3/11

EL CUMPLEAÑOS


La ventanilla a través de la que pasaban los platos en ambas direcciones me dejaba ver su rostro todos los días de diario, justo cuando salía de su oficina para comer. Era la única felicidad que conseguía en mi trabajo, pegado como estaba a mi silla de ruedas y a aquel lavaplatos destartalado. Su dulce mirar la carta, su espera leyendo el diario, su masticar sensualmente cadencioso, su despedida con propina de sonrisa. Hoy era su cumpleaños: 15 de enero, como lo iba a olvidar. He dejado una flor en su sitio reservado. Tal vez me mirase con sus ojos de caricia, de amor. Ahí estaba, puntual como siempre. Ha visto la flor. La huele. He procurado elegir una flor con esencia natural. El camarero le ha traído la carta. Ella le ha dado las gracias. Pero, le ha añadido que la flor era muy bonita. No, no, he sido yo. No me he podido acercar a la ventanilla y gritar. La silla de ruedas no me deja revolverme bien en aquel garito. Han quedado para esta noche. ¿Y yo? La jefa de cocina me ha reñido por los platos acumulados. Peor para ella, se le van acumular más. He tomado una determinación.

Este micro fue hecho para el cumpleaños de Su y tenía una ilustración preciosa que no fui a sacar para mi blog.


7/3/11

TRABAJO DE ALTOS VUELOS


El ogro, con su relamida chaqueta y su vaporosa corbata, se desplaza a la oficina pensando en los cadaveres del día de sus eficientes manzanas podridas.


TREN CON DESTINO…


El maquinista del tren observa cómo se desvanece la vía. 200 metros. Frena bruscamente. 150 metros. Chirrían los vagones. 100 metros. Las chispas se aglutinan. 50 metros. Un grito cruento invade el miedo. 0 metros.


El maquinista deja deslizarse al tren a una vía muerta. Aparece el jefe de estación. Hace la señal de parada. Un niño sale corriendo de la cantina. Solo. Silencioso. En la mano su maleta. Abierta. Vacía. El jefe de estación manda apearse al maquinista. El niño ase la locomotora, cierra la maleta y se va.

 
 

2/3/11

CUESTIÓN DE TAMAÑO


Sus alas se agitaban inusualmente. En el valle se olía la cercanía del ganado. De su boca salían algunas andanadas de fuego.  Se preparaba para su inminente ataque a las ovejas. Sus ojos oteaban el horizonte hambriento de piezas que cazar. El fuego se entrecortó. Asoma una cara de angustia y la fiereza de dragón se esfuma. Sus alas varían el rumbo. Apenas coordina su vuelo y sus rugidos aullentan su fiereza. Un mosquito se le posa en el lomo.