Un constante graznar taciturno y cansino hacía suya la palabra reñir. Desde pequeñas no dejaban de competir la una con la otra, logrando que sus padres las abandonaran en pleno aprendizaje. Empezaron con la comida. Su nido se llenaba de los manjares más sabrosos y de mayor tamaño. En la pubertad, como buenas urracas, iniciaron su rivalidad por los objetos con más brillo. Competían por el tamaño, la forma y el color de los objetos, con tal de que las deslumbraran. Ahora, cuando se van a separar para crear sus nidos, han decidido convocar un concurso para elegir a aquella que posea el objeto más brillante. Como único jurado, han nombrado a un pequeño gorrión. Sin apenas salirle la voz de su cuerpo, y con miedo a ser ajusticiado, les dice:
-Ninguna de vosotras es capaz de superar al señor búho. Con la sabiduría que le da la edad, él es el ser más brillante de todo el bosque.
El gorrión si que sabe
ResponderEliminarPorque sabe más el diablo por viejo que por diablo, en este caso el búho...
ResponderEliminarImportan poco los tesoros brillantes cuando no se tiene sabiduría...
Abrazos
Pobres urracas, que mala fama tienen. Pero como dice Canoso, la veteranía es un grado.
ResponderEliminarBuena semana y besitos de jengibre.
Hola Juan, Canoso, Jengibre y Jesús.
ResponderEliminarDesde mi punto de vista lo importante es el poso que uno tiene y no la edad. El gorrión sin saberlo es sabio y el búho llega a serlo después del tiempo. Pero hay algunos que jamás lo llegan a ser.
Gracias por vuestras opiniones.
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