Lo más difícil que tenía el día era dejar los cartones bien
guardados, que no los robaran o tiraran, y que por la noche volvieran a su uso normal
de cama. Hecho esto, me iba en busca de un aparcamiento libre para que el dueño
del restaurante “La Fragata”, que siempre venía con prisas, aparcara su coche y
me dejara sus píngües propinas. Nadie se acercaba a los cubos de basura de “La
Fragata” si no tenía bordado el nombre en sus camisas, al no ser que quisieran
ver sus bolsas salir volando hasta unas oficinas municipales cercanas. En el
parque próximo había un rincón escondido donde repartía boletos para retozar a
módicos precios, con tarifa extra por cada lujo que quisieran añadir. Todo iba
sumando en mi cuenta de ahorro, era el vagabundo más acaudalado de toda la
ciudad, con harapos remendados con los mejores hilos de las boutiques del
barrio. Una noche, cuando regresaba con mis cartones, una redada policial llevó
mis huesos a la trena. El juício fue rápido y la condena cuantiosa por tráfico
de influencias y cohecho. Menos mal que no descubrieron mi puesto de diplomas
falsificados para funcionarios, políticos y sacerdotes.
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Esos harapos remendados con los mejores hilos son una descripción fantástica aplicable a muchas cosas. Cuando falla lo esencial los parches no cuentan.
ResponderEliminarEl puesto de títulos falsificados debe suponer, sin duda, un lucrativo negocio.
ResponderEliminarLos diplomas era lo que le daba beneficios, lo demás sería una tapadera...
ResponderEliminarFantástico Adivín!!!Me ha encantado. Seguro que en la carcel sigue con su lucrativo negocio.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Si es que desde luego aqui el mas tonto hace relojes de madera...
ResponderEliminarQue pais!
Muy buen micro Adivin... con ese toque critico nos has revelado unas cuantas verdades...
Un besito.
Reflejas estupendamente la realidad de un país o de un planeta entero. No se puede fiar uno de nadie.
ResponderEliminarAbrazos
Muy bueno Adivín esa economía soterrada de vagabundo.
ResponderEliminarMuy bueno, corrupcción hasta el último tramo social.
ResponderEliminarSaludos
Cada cual se gana la vida como puede Adivín. Este mendigo tuyo tiene mucha miga.
ResponderEliminarUn saludo.
Muy bueno. El final me gustó mucho. Debió ponerse las botas con ese puestito de diplomas... Si algún día encuentro en un parque el registro de títulos vendidos prometo hacerlo público. Saluditos!!!
ResponderEliminarVaya si remendaba influencias...
ResponderEliminarSaludos muchos, Adivín.
Blogsaludos a todos
ResponderEliminarHola Montse, el harapo es bello va a ser la nueva campaña de la moda para otoño.
Hola Jose Luis, lo próximo será un topmanta de los puestos en el hemiciclo.
Hola Canoso, lo que daba era las reservas en la cola de los títulos.
Hola Rosa, en la cárcel reparte los puestos de vigilancia, si este salió fino.
Hola Cybrghost, encantado de que te encante.
ResponderEliminarHola Gala(tea), y al paso que vamos va a tener que dar préstamos a los bancos.
Hola Anita, bueno, uno se puede fiar de que tu perro acabe de diputado.
Hola Ángeles, ahora está soterrado hasta el coche del alcalde.
Hola Elysa, el tramo ya lo han vendido, tendrás que buscar otra palabra.
ResponderEliminarHola Nicolás, tiene miga, corteza y hasta la lima para fugarse.
Hola Relatadamente, el registro de títulos esta a buen recaudo en la hemeroteca de la carcel.
Hola Luna, influencias, cohechos y demás congelados.
Da igual el nivel en el que nos situemos, en todos el trapicheo es fundamental para sobrevivir.
ResponderEliminarHola Citizen_0, el trapicheo es el trapicheo y que no se lo quiten a los políticos.
ResponderEliminarMuy sagaz y ocurrente. Me gustó. Tienes un blog interesante. Sin duda, volveré.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola María, gracias por tus palabras y espero volver a verte.
ResponderEliminarBlogsaludos
Muy bueno, Adivín, muy bueno... Seguro que en la trena sigue haciendo negocio... España es un país de pícaros desde el principio de la historia... y así nos va.
ResponderEliminarBesitos de jengibre.
Hola Jengibre, la novela picaresca no engaña, corrómpete.
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