10/12/09

OJO CON LOS HIJOS

Desde el funeral de nuestro jefe y las charlas que allí tuvimos con la portera y la vecina de puerta, nuestra tranquilidad nos abandonó por una infinidad de dudas. La visita obligada al vecindario fue fulminante, nos encontramos con la puerta de la azotea abierta y unos misales tirados en su entrada. Espero que haya huellas en esos libros, pero me parece que va a ser todo un acontecimiento en un caso donde todos son problemas y ninguna es solución. Carlos, nuestro especialista en ciencias y tecnología, mientras tanto, va a recorrer todos los cajeros y empresas con cámaras que pudieran recoger a alguno de los sospechosos. Cada tarea que le mandamos es más difícil de realizar, cualquier día nos manda a la mierda y ficha por uno de los grandes. O se convierte en el mote que le damos, el Correcaminos Estelar. Aunque Justo siempre lo vio más en el papel de Piolín, rápido y cabrón. El teléfono móvil me suena.


-Manolo al habla.

-¡Qué gilipollas eres! Pues yo soy el Enrique y estoy al escucha.

-No vas a cambiar, ¿eh?.

-Anda, vente para el bar de enfrente de la redacción, bueno, de tu redacción, tengo algo que contarte y el teléfono tiene muchas interferencias.

Enrique fue redactor en el Diario de Independencia hasta hace casi un año que se marchó para La Pación, donde le pagaban más y vivía mejor, eso sí, aunque un poco engrasado por tanta brillantina. El periódico no podía vencer al matrimonio y la necesidad de liquidez que éste te da, por eso nada más que quedamos los solteros.

El paseo en moto apenas duró diez minutos. Le doy el casco a Justo y marcho en dirección a mi despacho oficial de JB, donde siempre recibo a mis visitas bien rodeado de vidrio. Ángel, el dueño, siempre se lanza a mi vaso especial y me lo rellena apenas entro por la puerta. En miles de ocasiones casi nos cierran el bar para nuestras francachelas.

-Siéntate y escucha, Manolo al habla.

-Escucho, señor facha.

-Menos cachondeo, bastante tengo con trabajar allí. Hoy hemos recibido un anuncio para la mafia rusa, uno de sus trabajitos. Como le había avisado al que los recoge que me diera un toque si aparecía uno, me ha llamado. Hemos cambiado el teléfono de contacto por tu móvil, así que mañana te llamarán. Espero que sepas lo que haces, son gente que no se anda con bromas.

-Cuando llamen os los voy a re direccionar.

Nos vuelve a rellenar las copas mientras nosotros conversamos animados por el alcohol. Mañana será el funeral y todos los periodistas que trabajaron en el Diario de Independencia acudirán con un ramo enorme en el que se va leer “Tu verdadera familia no te olvida, te esperamos en la redacción”. Acorde a lo que se corre por todas las redacciones, según Enrique, su ex mujer tuvo tres hijos del mismo padre cuando él estuvo fuera en diferentes corresponsalías. Ni que decir tiene que ella no le acompañó a sus tres destinos, era muy chévere para lucir su cuerpo en el tercer mundo, aunque este estuviera en paz. Pobre diablo, mucho aguantó.

Nuestra despedida es rápida, contando que nos vamos a ver a la tarde siguiente. Entro corriendo redacción adelante, presuroso a dar los últimos retoques y a ver las galeradas. Encima de mi mesa veo sin embargo un vídeo con una nota que dice: “Ojo con los hijos”. Me lanzo a ponerlo. Está preparado en las imágenes donde se ve a los supuestos mormones pasando por un cajero cercano. Vienen marcados el día y la hora. Por lo menos es cierto lo contado por su vecina. Esos elementos hicieron su visita a nuestro jefe. Lo echo para adelante a ver si los veo salir, parece un trabajo en vano. Voy a quitar las imágenes cuando reparo en los dos hombres que circulan en la otra dirección. Son sus hijos, dos de sus tres hijos. Dos, el mismo número de mormones que habían subido a su edificio por el edificio de al lado. Un par de manos para acabar con una vida. Hablo con Justo por el móvil. Se fue con otros dos redactores a buscar el ropaje que acompañaban a aquellos misales. Llame a toda la redacción. Toca trabajar. Mañana va a salir la noticia que él tanto buscaba. Simpáticas circunstancias.

 
COMIENZA EL JUEGO
 
Esta vez, como la anterior, el título lo componen cuatro palabras que llevan el siguiente orden de colores:
 
PRIMERA  SEGUNDA  TERCERA  CUARTA
 
Ahora debemos descubrir la palabra para cada color. La PRIMERA de la semana pasada podía ser:
 
hojas   oídos   sordera   cuatro   gafas   ojo
 
Y la que aparecía en el título fue ojo.
 
Acordaros que la solución de la semana pasada fue: Ojo con los hijos.

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