31/1/12

SENSACIONES: AMARILLA



Amarilla, así se volvió mi vida, hoja de árbol esparcida por tierra y al abrigo del helado viento. Amarilla, triste esquina de la cama donde acurrucar los someros insomnios de mi crepitada amargura. Amarilla, pastilla que protege mi estómago del vacío más chirriante. Amarilla piel; amarilla soledad; amarilla vejez; amarilla. Ausencia de amor en un corazón abandonado a su suerte, que solo sabe bombear  incomprensión a borbotones. Ruído ajeno que me saca de las cuatro paredes en las que escondo mi debil respirar. Tiemblo al abrir el cajón, ese cajón, el del bullicio en la muerta habitación. Miro cansado a mis pastillas, preso del desamor y de la hastiada ausencia. Las cajas de mis píldoras deseadas son también amarillas. Pienso en el abandono amarillo que tanto ansío. Lleno el vaso de agua que deja paso a la primera. Amarilla bombilla mortecina de mis últimos mirares. La segunda. Amarilla pintura blanca de amplios desconchones. Tercera. Amarilla lágrima que arrolla mi vida. Cuatro. Amarilla palabra que nunca sale de mi boca. Cinco. Amarilla lengua cansada de lanzarme inusitadas grageas. Sexta. Amarilla oscuridad que se aproxima. Septima. Amarilla. Octava. Amari… Novena. Ama… Décima. A…






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24/1/12

DAÑOS COLATERALES




Rashid salía todos los días a jugar con sus amigos a pesar de la guerra. Jugaban a ser mayores, a matarse, a dejar que el tiempo desfilara por sus vidas lleno de víctimas familiares. Las metralletas resonaban por sus bocas depositando a heridos de apego en un país donde es pecado ser mujer o niño. Van saltando de esquina en esquina, escondiendo sus cuerpos en los burka de la infancia, simulando batallones de los señores de la guerra que atosigan a la población. Rashid se sube de repente a un avión americano, dejando que su boca dispare bombas mientras sus ojos se cierran e inicia una maniobra que lo aleja de sus amigos. Deja su barrio y se adentra en los lugares prohibidos. Vuela cada vez más rápido. Su cabeza sueña con una tierra donde las raíces no se dejen adueñar por la sequía. El camión no lo vío venir.




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17/1/12

MICROINVITADOS 28

PROPÍLOGO



Nel, a quien visito menos de lo que quisiera, ha tenido el detalle de invitarme a aparecer de nuevo en su blog. He de decir que me agrada mucho que esta vez se me requiera una cierta explicación acerca de mi manera de escribir, pues cada vez estoy más interesado en el análisis del uso –inconsciente e intencionado– de los recursos y las ideas.

Dicen que el escritor debe ser constante, rutinario y ordenado, por eso yo nunca llegaré a nada más que lo que ya soy. Sin embargo, y al contrario de lo que sucede con otros vicios, la escritura me llena y me satisface cada vez más.

Me temo que mi inspiración depende básicamente de un status receptoris, que se presenta de vez en cuando, que dura varios días, y que debo aprovechar con fruición. Tomo notas en mi teléfono y procuro desenterrarlas periódicamente. Suelo apuntar frases completas que utilizo intactas, incluso el microrrelato ya terminado. Quiero hacer lo que decía Stephen King en «Mientras Escribo», pero no puedo. Quiero escribir una idea basada en la posibilidad de que algo sucediera. Escribir «¿y si...?», y sacar una historia a partir de ahí; pero no me sale. Hace tiempo que hay una nota en mi teléfono: «Comerse un dedo con el bocadillo», pero no fructifica.

Por otro lado, para hacer uso de esas notas, dependo de un status parturiens, que se me aparece cuando más trabajo tengo, cuando menos tiempo puedo dedicarle, cuando, en fin, aparece mi capacidad procrastinadora.

Escribiendo, me gusta mucho plasmar con palabras una imagen potente. Que el lector acabe casi sonriendo porque la descripción es tan diáfana que pudiera ser casi propia. Para esto, en un análisis posterior, descubro que es el símil o la comparación la figura que más utilizo. Y me he dado cuenta de que lo hago, o funciona, porque se parte de una descripción en la que el protagonista de la construcción de la imagen es el lector; que dibuja un escenario propio a partir de palabras ajenas.

Luego, tal vez demasiado pronto, corrijo en busca de repeticiones, de incongruencias, de posibles nuevos ordenamientos; y acabo.

En el caso del microrrelato que incluyo, todo gira alrededor de la escena primera. Nadie en su sano juicio imaginaría un dragón que cupiera bajo una cama. ¿Para qué idear un monstruo mínimo de la altura de un somier? Por lo tanto, la cama está sobre el dragón.

El resto del microrrelato no es más que un juego entre la personalidad monstruosa del dragón capaz de comerse a un investigador, y la personalidad asustadiza del monstruo que se esconde de una niña. El detalle divertido de la música de fondo no es más que un adorno que no hace sino acentuar lo sencillo de un microrrelato basado únicamente en una escena.




EL DOBLE VIAJE DE JATTERY TIPPLEBY



Mi cama está sobre un dragón. No es que haya un dragón bajo mi cama. Si observan el tamaño del dragón, verán que la cama está sobre el dragón.

El dragón se puso la cama encima para esconderse de mi hermana, que una vez le tiró de la cola y llamó al British Museum para que vinieran a verlo.

Jattery Tippleby vino desde Londres a ver el dragón, y el dragón se lo comió.

Todavía, a veces, el móvil del señor Tippleby suena dentro del dragón; y yo me despierto de madrugada tarareando God Save The Queen.






XIMENS



Gracias Nel. El germen creo que es el de casi todos: una lectura que trae recuerdos, una frase oída en la calle, una imagen, una tarde junto al abuelo. Suelo anotar la semilla en una libreta que paso a un documento. Con frecuencia repaso ideas y las amplio. Todo el día estoy maquinando asuntos. Cuando veo clara la historia la escribo casi de un tirón. Reposo de incluso semanas. Luego pulo, pulo y pulo: narradores, estructura, ortografía. Finalmente publico en blog, taller de escritura o grupo de amigos y reconsidero comentarios. Las dos últimas notas son: "Anciana echando migas de pan por la ventana, pajarillos y palomas se acercan a comer, momento en el que lanza un cartón de leche" "Cenamos solomillo de pollo". Algo saldrá.
Tolerancia surge de la cruzada de ciertos políticos madrileños por avanzar hacia el pasado mediante la segregación por sexo en las aulas, conjuntamente con la satanización por los ultracatólicos de la homosexualidad. La figura del maestro fue sustituida por la de un sacerdote en el convencimiento de que en la Sodoma de las castraciones ideológicas existe al menos un hombre tolerante.



Tolerancia
Fotografía de Rui Palha, tomada de internet


Los chicos en fila a la izquierda y las chicas a la derecha, dijo un señor, vestido con una negra falda larga hasta el suelo, el primer día que fui al colegio, y yo no supe en qué lado situarme.
Se acercó hasta mí, se agachó y me puso una mano en el hombro.
 —¿No sabes dónde ponerte? —me preguntó.
Con los ojos fijos en el suelo negué con la cabeza.
—Ponte donde más cómodo te sientas —me dijo.
Y me dirigí a mi fila.




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10/1/12

REGÁLAME TU MENTIRA



Regálame tu mentira
de espacios siderales,
acurrucada en certezas afligidas
y llena de dudas remotas.

Regálame tu mentira
adornada de convencimiento,
rodeada de amargura obcecada
y de miradas de fría nostalgia.

Regálame tu mentira
de amor engatillado,
con sábanas de corazón revuelto
y cigarrillos de sabor amargo.

Regálame tu mentira
de silencios surcada,
a gritos de soledades infectas
en un alma sin recuerdos apagados.

Regálame tu mentira
antes de irme a otro infierno,
con desconsoladas lágrimas seculares
y embadurnada de melancolía amante.






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3/1/12

MEROS RECUERDOS, ¿O NO?



Me dirijo a vosotros para contaros algo que en estos momentos no recuerdo muy bien. Perdonadme, es la edad.  Quería relataros una historia sobre una vieja y sus hijos, o eso me parecía. ¿Y sería hijos o vecinos? En fin, no me hagáis mucho caso, son recuerdos flojos. Y digo yo, ¿recuerdos o cuentos? Creo hacer memoria cuando aseguro que yo era una chismosa de calibre en el barrio. A lo que íbamos, parece ser que los hijos se querían deshacer de la vieja, es decir, posiblemente de mí. Me suena que lo harían con un venenillo para ratones, como si fuera un folletín de tres al cuarto. Ahora es cuando me toca hablar de los vecinos, pero no atino muy bien al decir si ellos intentaban ayudar a la vieja o a sus hijos. De lo que sí estoy segura es que el pastel me salió de rechupete. Digo, no dejaron ni la guinda. Y lo más simpático fue que casi no me alcanza la harina. Pero bueno, menos mal que tenía aquellos polvillos que me ayudaron a completarla. Siempre me ando por las ramas, al grano Maria Luísa, al grano: la vieja se salvó al final. ¿O era un viejo? No sé, quizás eso no tenga importancia.



Me parece que el martes me resulta más cómodo para publicar, así que continuaré los martes sacando mis nuevas ideas e invitando a la gente a mi casa. Blogsaludos.



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