15/7/13

ECOS DE MAR


Estos Cuentos Interestelares son una nueva sección en la que van a ir publicándose historias que se producen fuera de la Tierra. Puede aparecer un marciano con antenas, o una nave espacial, o… bueno, no penséis que estas narraciones vayan a trabajar la diferencia, intentaremos poner el peso en las igualdades.
Este primer cuento se desarrolla en Ávalon, un planeta a muchos años luz de donde vivimos los terrícolas pero que, como nosotros, sufren y ríen. Tiene una sola mar y un solo continente que ocupan a medias el espacio del lugar. Pero empecemos:

 

“Cuéntame una historia de la mar”, le pedía Sisu a su abuelo cuando aún era niño. “Anda, cuéntamela”, repetía enloquecido. El abuelo Nasar no perdía ni un segundo en complacer a su nieto. “Esa ya la sé” decía enfurruñado a la vez que exigía otra. Entonces Nasar se sumergía en los recuerdos de las épocas en que había vivido pegado a la mar. Lo había hecho en Galeno, el mayor puerto de Ávalon. Allí llegaban los barcos y las naves espaciales de mayor tonelaje de todo el planeta. Nasar había trabajado como estibador hasta que se cansó de tanto suplicio y se marchó para Ruda, una pequeña ciudad en el interior de Ávalon, donde consiguió un puesto en la empresa que revisaba el nuevo tendido eléctrico. “Una de esas en las que tú andabas a la pesca con tu abuelo”, reivindicaba el niño. Nasar se hacía el loco mientras Sisu gritaba más y más. Por su cabeza pasaba solo historias de cómo se había casado en Ruda y nunca más pudo ver la mar. “Venga, abuelo”, lo apuraba. Había dicho un adiós definitivo al océano, se había encaminado para el interior en busca de la luz y lo único que logró fue enrolarse en una empresa familiar de brocha gorda.
-Érase que se era…

Sisu recordaba cada minuto que pasó al lado de su abuelo Nasar. Hasta aquel día de marras en el que, al levantarse, descubrió que su abuelo no le contestaba. Oyó nada más llorar a su abuela. Una nota que había encima de la mesa de la cocina decía que Nasar volvía a Galeno, a la mar que había dejado perdida. Sin mirar atrás, a su familia, hizo su maleta y no metió ningún recuerdo en ella. Ninguna de las risas de Sisu, su alegría.

Sisu no lo olvidó.
No pudo perdonarle.

 

Apenas llegada la pubertad tuvo que ponerse a trabajar con su padre. Continuó con el oficio familiar, la brocha gorda. Ruda tenía fama por sus casas de paredes blancas y puertas y ventanas de colores llamativos. Entre brochazo y brochazo volvía a su cabeza aquella voz de niño. “Venga, abuelo”, evocaba. “Cuéntame una historia de la mar”. La voz fue poco a poco perdiéndose, dejándose meter en el baúl de los pensamientos, en el baúl del olvido.
Enseguida se aficionó a emplear dos brochas: la gorda para el día y la fina para la noche. La gorda le ayudaba a pintar con su padre. La fina se mezclaba con óleos que regalaba a su abuela. Rehacía la mar que la anciana aguardaba.

Fue la abuela quien le enseñó a no odiar la mar. Esa mar que de muchacho se hizo de ausencia. Esa mar que se hizo vieja de tanto arrinconarla.

 

Sisu salió por la ventana del desván a pintar las paredes exteriores de aquel Palacio de las Artes Siderales. El tejado estaba húmedo. La niebla se encargó de empaparlo. Movía su brocha de arriba abajo. Con una cadencia suave subía y bajaba la mano. Como una ola llegando a la orilla. Como un… El grito se oyó en todo el palacio. Su cuerpo resbaló sin piedad. Se estrelló entre los setos. Allí dejó el movimiento para siempre. Se rompió la columna. La alegría. El futuro…. La mar se le vino encima sin avisarlo. Sin darse cuenta que para vivir necesitaba el trabajo. Lo golpeó como una ola de tsunami. Una ola de dolor.
En Ávalon había dos tipos de habitantes: los que vivían para no trabajar y los que trabajaban para malvivir. Sisu era de los segundos. Aquellos que no tenían ni una miserable moneda con la que comprar una silla de ruedas. Tenía que esperar turno para poder dar una vuelta en la silla de ruedas colectiva. Gozaba la solidaridad de los pobres de su barrio porque los ricos solo rezaban a su dios para llenar su panza.

En aquel tiempo volvió a su vida el recuerdo de Nasar. “Cuéntame una historia de la mar, abuelo, que no me puedo mover de la cama” suplicaba Sisu. Su abuela le limpiaba el sudor, le arrascaba los picores, le daba de comer y beber, le lloraba el alma. “Anda, cuéntamela, que tanta quietud me aburre”. La abuela le llevaba a casa a todas las personas que habían estado alguna vez al lado de la mar, al lado del recuerdo, para que le mitigaran tanto tedio. “Esa ya la sé, la veo todas las noches en mis pesadillas”, se quejaba Sisu. La anciana no lloraba delante de él pero en la salita olía a sal, de tantas olas de lágrimas que rompían contra la roca de su pena. “Una de esas en las que tú eras niño y corrías sin silla de ruedas”. Su chaval del alma, ése al que tanto visitaban los amigos al principio y del que se olvidaron al pasar del tiempo. Ése que ya solo reconoce el pasado de la mar y Nasar. “Venga, abuelo, que me va a entrar el sueño”. La abuela tenía cada vez más dificultad para encontrar a alguien que viera la mar alguna vez.
-Mira, Sisu, esta joven es de Galeno, donde el abuelo Nasar.

En la voz de la joven, el rugir de las olas se oía con claridad. La mar estaba brava y se dejaban sentir las rompientes de sal. Sisu escuchó al océano romper contra los acantilados, tal como su imaginación hacía de niño junto al abuelo Nasar. De Yaraima no salía ninguna imagen pero sí miles de palabras, miles de caricias llenas de dulzura, miles de olores a cuerpo joven, miles de sentimientos comunes. Ella no veía. Él no se movía. Los dos rieron, hablaron, se desearon.

 

Yaraima no regresó a Galeno. Para ella, la mar se encontraba tierra adentro. La mar era el amor que Sisu sintió por ella.
Sisu no tuvo más recuerdos de su abuelo. La mar que le había traído Yaraima era la única importante.

Ambos vivieron de recuerdos presentes. De las olas de cuerpos que se juntan y separan. De sentires copulando en la verdad.
En la verdad de su amor.

En la verdad del amor.
 
 
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17 comentarios:

  1. Caramba que es bonita la historia! Empieza siendo triste pero al final ámbos acomodan su vida uno al otro y surge algo muy bello: el amor.
    Un abrazo, Nel.

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  2. Un cuento muy bonito, que además podría situarse en cualquier lugar.

    Me ha sorprendido gratamente el leerlo. Un abrazo.

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  3. Precioso cuento, Nel. Ya estoy esperando otras historias en este mundo de Ávalon.

    Un fuerte abrazo

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  4. Linda historia de amor. Y me gusta el lugar que escogiste, Ávalon. Sí, podría convertirse en una serie.
    Abrazos

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  5. Un cuento de principios triste, pero de un final genial.

    un abrazo

    fus

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  6. Me encantó este cuento, creo que si vas subiendo varios de esta serie, van a tener muy buena repercusión.
    Un fuerte abrazo.
    HD

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  7. Tiene todos los ingredientes para encadenar episodios brillantes y para atrapar a los lectores.
    Un saludo
    Juan M

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  8. Siempre me cuesta entender esa pasión que la gente que vive cerca del mar siente. Nunca digo la mar, porque soy de tierra adentro, solo el mar. No entro en al agua, como mucho me mojo los pies y poco. No me gusta la sal, ni la luz reflejada en las olas que me deslumbra. Menos la arena de la playa. Solo me gusta el sonido, aunque puedo permaneces un par de horas en tus playas norteñas, esas si las llevo mejor. Pero con tu relato puedo alcanzar a entender qué se siente cuando se ama el mar o la mar al compararlas con el amor entre dos personas que realmente se aman. Gracias.

    Un saludo.

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  9. Una preciosidad de cuento...y unas imagenes preciosas...un abrazo desde Murcia...

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  10. Hola Ohma, si existieran otros mundos serían imperfectos como este, tan imperfectos que conocerían el amor.

    Hola Yashira, tu gratitud hace que siga luchando, aunque no todos los cuentos van a ser de amor.

    Hola Patricia, ya estoy escribiendo el siguiente cuento, aunque no sé cuando lo publicaré, llevan mucho tiempo labrarlos.

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  11. Hola Mei, no va a ser de momento una historia sino que espero que sean muchos cuentos, el próximo será en el planeta Sin Nombre.

    Hola Fus, es un final que sucede a pesar que haya gente que se empeñe en que no sea posible.

    Hola Humberto, por ahí intentaré tirar, las sensaciones y los microrrelatos me llenan pero no quiero seguir solo con ellos.

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  12. Hola Juan Manuel, son historias distintas al micro y por ello nuevos caminos que explorar como escritor. El lector me juzgará.

    Hola Citizen-0, la mar, el amor y dos personas que sufren cierto grado de marginación están unidas por el batir de la razón.

    Hola Alp, me ha encantado que te guste, recibe un cordial saludos desde Asturies.

    Saludos a todos y gracias por acompañarme en esta primer aventura del cuento. Los había escrito en asturiano pero este primero en castellano era un reto.

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  13. Madre mia Nel! pedazo historia!
    Me has puesto la piel de gallina.
    Me fascina ese modo de contar historias que tienes y sobre todo esa poesia que cuelas como por descuido entre frase y frase.
    Así de imprevisto te llega el flash poético que te envuelve.
    La abuela no lloraba delante de él pero la salita olia a sal... esas frases mágicas que tienes...son impresionantes.
    (y esta es solo una de ellas, en el texto me cautivaron muchas más)
    Pero sobre todo este final, que destroza tanta tristeza y tanto dolor.
    La añoranza por el abuelo,el mar, la tristeza de la abuela, el sufrimiento por la falta de movimiento, por el propio ser... todo se ahoga en el vaso del amor.

    Genial tu cuento y ese evocar del mar y de la fuerza interior.

    Besitos, mediterráneos.

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  14. Triste y dulce este relato. En primer lugar felicitarte por apostar por estos tamaños de relatos que dan espacio para las historias. Personalmente creo que este puede ser un buen resumen de un relato más extenso donde el lector no tenga la sensación de tanto resumen. Para los que tenemos tan lejos el mar suena a fantasía. Un placer leerte.

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  15. Gracias Gala por tus palabras. En la vida hay que dar pasos firmes pero llenos de ternura.

    Hola Ximens, son formas de ver las historias. Quizás en estas un poco más largas hay que dejar macerar más las ideas. La semana pasada he empezado otro nuevo cuento y creo que me va a llevar un mes entre darle vueltas, probar dónde debe de empezar,....

    Gracias por vuestras palabras, dan ánimo y prueban algo muy grande: ser compañeros.

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  16. Un relato agridulce que transporta a las brumas matinales que empañan los amaneceres de las costa de Galeno.

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  17. Hola Miguelángel, no te pierdas tampoco los soplos de aire nocturno que acarician a las parejas. Saludos.

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