4/9/11

MONTAÑEROS



Al poco de dejar los lagos de Covadonga, una niebla espesa apenas nos dejaba ver las marcas de pintura que guiaban al refugio de Vegarredonda. La escalada entrecortaba su ritmo, hora para beber agua, hora para buscar las líneas pintadas, hora para echar una parrafada…

El sol nos sorprendió en mitad de una charla. Levantamos nuestras caras al calor de las sombras, acariciando nuestra fría piel y adormilándola. Paula nos esparció crema. En mitad de riscos y vaguadas nos apareció un pueblo que nadie nos dibujó en el mapa. Salieron a recibirnos a las puertas de las casas, saludándonos con sus manos y abrazándonos con sus miradas. Dirigieron nuestros pasos para la casa más alejada. Parecía un palacio, con escudo arrogante en mitad de su entrada. Daban la impresión de esperarnos, con la mesa preparada, la sidra enfriando en el grifo y las viandas colocadas. Entre bocado y bocado, nos hicieron degustar unos bailes, acompañados por músicos e incluso una gaita. Semejaban las fiestas sacramentales de aquel villorio. La noche cayó entre danzas y canciones, sidra y charla. Todo hasta dar con el cuerpo en una dura cama, preparada en el piso de arriba, en una gran sala.

El tedio se apoderó de nuestras almas. Los píes no intentaron huír en ningún momento del lugar. Días y noches pasaban entre ensayos de bailes y canciones. Niebla densa de espíritu cansino y ronco. Estábamos esperando al sol, a los nuevos habitantes de la majada.




.

20 comentarios:

  1. ¡Buen trabajo, Adivin!

    Conociendo el terreno -al que solo he subido por carretera, la escalada me queda muy lejos de mis aspiraciones- me ha resultado fácil visualizar.

    Si al final estaban en la morada de la muerte, no podían haber elegido un paisaje mejor.

    Un abrazo,

    ResponderEliminar
  2. Pues a mí el último párrafo me ha hecho acordarme de Hans Castorp, fíjese usted.

    No parece un mal sitio para acabar, no.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Solo diré: yo quiero estar ahí...

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  4. A mi me recordó a Shangrila( no se si se escribe así) Un lugar de paz en lo más alto del Everest.
    Me gustó mucho Adivín.

    Besos desde el aire

    ResponderEliminar
  5. Que bello, me gustaria perderme en un lugar así...
    Creo que los caserones perdidos en medio de la nada, o en un pueblito diminuto...

    Donde dices que estaba el pueblo?? ah,no , que no estaba en el mapa... tendrás que dejar miguitas de pan para que podamos encontrarlo...

    Muy bello Adivín... muy bonito.

    besitos mil.

    ResponderEliminar
  6. Un precioso lugar para esperar la inevitable muerte.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Me has hecho recordar el precioso verano que he pasado, en tu tierra, y el increíble paisaje que se ve desde Los Lagos de Covadonga. No he conocido otro lugar donde se ponga y se vaya más veces y más rápido la niebla. Besos.

    ResponderEliminar
  8. No conozco tu tierra pero puedo imaginarla, lo que describís, su ensueño, se parece a mi provincia.

    Buen lugar de arribo para los que el destino guste mandar.

    Besos!

    ResponderEliminar
  9. Grrr... Envidia!!!!!!!

    Apunto para mi próximo viaje, que no sé cuando será, pero será

    Besos

    ResponderEliminar
  10. Hace mucho tiempo que vivi allí, pero tu micro me ha traído nítidos recuerdos. No es mal lugar para quedarse, no.

    Besitos

    ResponderEliminar
  11. Hace mucho tiempo que vivi allí, pero tu micro me ha traído nítidos recuerdos. No es mal lugar para quedarse, no.

    Besitos

    ResponderEliminar
  12. Me gustó mucho, Adivín. Un micro con un vértigo enorme, como los cuentos que escribía Poe.
    Abrazos admirados,
    PABLO GONZ

    ResponderEliminar
  13. Adivin, que bonita. Es una historia que engancha como el pueblo del cual no quieres o no puedes marchar. Me he imaginado esas montañas verdes del norte que debo visitar en cuanto pueda.
    Me encantado y sobre todo el final. A la espera.
    Un saludo grande.

    ResponderEliminar
  14. Absolutamente legendario. Me ha recordado a un mundo de terror y fantasía de cuando en mi adolescencia jugaba a rol, en el que había que temer a la niebla, porque no sabías donde puedes acabar. Tú le has dado calidad y calidez a la teoría.

    ResponderEliminar
  15. No hay nada más inquietante que un pueblo remoto acompañado de sucesos extraños.

    Saludos Adivín, seguro que lo recordaré el día que vuelva a Vegarredonda.

    ResponderEliminar
  16. Dejar un lugar así es realmente difícil. Habrá que esperar sus mañanas...

    Saludos muchos, que tengas linda semana, Adivín.

    ResponderEliminar
  17. Los pies son sabios.
    No tienen sentimientos y saben latín.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  18. De placentero a tenebroso, bruscamente. Así debe ser el paraíso, aldeas esparcidas en mundos paralelos. Gratos recuerdos me traen esos lagos, junto a mi padre.

    ResponderEliminar
  19. Gracias por vuestros comentarios. La verdad es que ultimamente estoy un poco atareado con mis problemas y os tengo un poco abandonados.

    Blogsaludos

    ResponderEliminar
  20. ¿y allí acabaron sus días? No parece mal lugar, no.

    saludos

    ResponderEliminar