Lo conocí al servicio de su majestad el zar. Venía al pueblo a descansar de las fiestas en los salones de San Petersburgo. Por las noches, mientras mis padres realizaban sus últimas tareas, me colaba en su salón, lleno de volutas de humo que salían de su pipa. Me miraba sonriente y me contaba hazañas increíbles: carreras en caballos salvajes, trineos en tempestades de nieve, cacerías con su majestad y miles de historias que me hicieron feliz en mi infancia. La juventud fue distinta. Conocí su látigo, sus órdenes y sus castigos. Nunca vi persona más cruel.
Ahora, en plena revolución, lo iba buscando por toda la ciudad, con ganas de revancha. En cada palacio, casa señorial o refugio, me hizo escudriñar hasta el más pequeño escondrijo. Llevaba su látigo, para que conociera en sus propias carnes lo que sufrió mi padre antes de morir desangrado. No hubo suerte. No lo he encontrado. Así que bebamos para olvidar.
-Hombre, gracias, hijo, por traerme mi látigo. ¿Qué sería de un buen bolchevique sin su sagrado látigo? ¡Qué tiempos aquellos en el pueblo …!
Hola Adivín.
ResponderEliminarMe ha gustado tu relato. Al final las cosas no cambian tanto como parece...
Besitos de jengibre.
Jengibre, al final todo es lo mismo. Estamos los siervos de la gleba y los señores, esté el régimen que esté. No nos queda otra.
ResponderEliminarBlogsaludos
¿No me digas que estás de borrachera constante, Jesus? Hombre, alguna callo y no paso nada. Nunca llueve que no pare.
ResponderEliminarBlogsaludos
Lo unico que me han dejado las borracheras, han sido unos soberanos dolores de cabeza. Luego todo vuelve a la normalidad, a ser un minusculo grano de arena en esta vasta inmensidad.
ResponderEliminarUn abrazo
Es aún peor la borrachera de poder que se llevan los canallas que dirigen el cotarro, está quien esté. TR, esos no hacen prisioneros, así que bebamos para no olvidar.
ResponderEliminarBlogsaludos
Me ha gustado mucho, sobre todo el principio. Yo lo hubiera dejado sin la frase final... o la habría puesto de otra manera, no sé, no me acaba de encajar... pero es solo cuestión de gustos :)
ResponderEliminarBesos!
Hola Virginia. Puede que tengas razón con lo de la frase final. Quizás con el tiempo, en el momento que corriges los microrrelatos, yo mismo la hubiera suprimido. No veas lo que he eliminado de los microrrelatos en asturiano que voy a publicar en breve en mi blog en asturiano. Esos hace tiempo que están escritos y corregidos, publicados dos en la revista Lliteratura de la Academia de la Llingua Asturiana.
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lo malo de beber para olvidar es que cuando pase la borrachera seguirá el recuerdo, el látigo y el padre... y un terrible dolor de cabeza.
ResponderEliminarno es buen remedio.
blogsaludos
Pasa por mi blog hay algo para ti.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Canoso, la verdad es que a veces la solución es tan sencilla que la complicamos mucho.
ResponderEliminarBlogsaludos
Gracias desde aquí TR por simplemente estar ahí y acompañarnos en nuestros blogs.
ResponderEliminarBlogsaludos