Algunos días de la semana iba a ver a su marido al hospital.
Cogía el ascensor, llegaba a su planta, paraba en todas las habitaciones y
charlaba con toda la gente. Alcanzaba la habitación de su marido cuando
apagaban las luces para el sueño nocturno.
Un día se equivocó de piso. Llegó a un hall que le conducía
a tres pasillos a cual más repleto de habitaciones. Escogió el del centro y
empezó a recorrerlo, hablando apacible con todos sus ocupantes. Horas y horas
de encantadoras charlas le acarrearon el saber que se trataba de un laberinto.
Tras largos años de amplias visitas, se dio cuenta que cumplía un horario
preestablecido de rigurosas citas. Con lágrimas en los ojos llegó a aquella
habitación, de la que nunca conoció la luz hasta aquel día.
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Muy bueno, Adivín, precioso.
ResponderEliminarSólo una peguita, en el primer párrafo se repite la palabra marido.
Un fuerte abrazo.
Me ha gustado mucho este laberinto en el que todo está en su momento y lugar
ResponderEliminarsaludillos
Tardó pero llego a esa habitación...
ResponderEliminarBesos desde el aire
¡Excelente!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Al final vio la luz y eso le hizo llorar de alegría.
ResponderEliminarEstupendo micro, Nel.
Un beso.
Al final, el laberinto, nos lleva a la luz, tomemos la decisión o el camino que tomemos, la hora llegará puntual.
ResponderEliminarLe costó años llegar a la habitación del marido antes de que apagaran las luces para el sueño nocturno. Necesitó perderse en el laberito para llegar a lo realmente importante.
ResponderEliminarBesitos
Pues me cuesta sacarle el jugo. No sé, Voy a tener que espabilarme.
ResponderEliminarQuizás no es el tiempo que tardemos en cruzar nuestros laberintos...
ResponderEliminarSaludos, Adivín. Buenas noches.
Muchas interpretaciones se me ocurren a mi para esa luz y para ese laberinto.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
habra encontrado la luz que indicaba la salida del laberinto, un abrazo
ResponderEliminarLos hospitales tienen mucho de laberínticos y me gustan muy poco. Hay que buscar una salida, y rápido.
ResponderEliminarCon este micro me has hecho pensar en cuántas veces es el camino el que se hace a si mismo, mientras nosostros sólo somos parte del decorado.
ResponderEliminarUn abrazo, Adivín.
Vaya, no consiguió cambiar a pesar de la oportunidad. Me gusta mucho la escena de las charlas que se acumulaban en horas y horas. El tiempo es un truan.
ResponderEliminarUn saludo!
Hola Adivín.
ResponderEliminarNo me gustan demasiado los laberintos, tiendo a perderme en ellos... pero en este tuyo, de letras y luz, me perdería encantada...
He vuelto...
Besitos de jengibre.
Ay mi querido amigo Adivín! Ojalá nos perdamos todos por laberintos como ese de vez en cuando. De veras, así es como merece la pena vivir.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte,
Manu.
Para mi este laberinto representa una búsqueda.
ResponderEliminarAbrazos
Tres veces lo he leido, en tres dias distinto... Nel, no sabia que comentarte... me dejó descolocada tu micro...
ResponderEliminarAl final ahi va mi apreciación...
La cotidianeidad nos envuelve en mil laberintos, oscuros, infinitos... pero siempre se encuentra una luz que nos hace llorar de alegria, al encontrar nuevos rumbos, hasta ahora impensables y desconocidos...
Besitos mediterráneos.