A los doce años, comenzó su periplo en defensa de sus
orígenes extraterrestres: veía todas las películas y documentales que trataran
de otros planetas; compraba cuanta revista saliera al mercado sobre ovnis; iba
a charlas y actos en los que se tratara el tema de civilizaciones de fuera de
la Tierra… Nadie le podía quitar la idea de que lo habían dejado aquí unos
extraterrestres y de que sus padres terrícolas se habían ocupado de él a duras
penas.
Sus padres abandonaron toda esperanza de recuperación. Él,
sin embargo, estaba más seguro de sus orígenes alienígenas. Intentó con todas
sus fuerzas entrar en la NASA e ir en misiones espaciales. La Agencia pensó que
se trataba de un enajenado mental y, con todas las buenas palabras de las que
fueron capaces, se libraron de él. Se unió a grupos que andaban buscando ovnis
por cuantos vericuetos era posible y logró ser uno de los popes a base de duro
trabajo.
Dirigiéndose a un posible encuentro intergaláctico, su coche
derrapó, dio amplias vueltas de campana y se precipitó barranco a bajo; allí le
llegó su último aliento. En su testamento ordenaba fehacientemente que quemaran
su cuerpo y esparcieran sus cenizas por el Universo. La NASA se desentendió de
su última loca voluntad. Sus amigos en creencias vieron muy difícil realizar
sus deseos desde la Tierra. Pensaron y pensaron. Buscaron y buscaron. Al final
esparcieron sus cenizas por el Universo, un puticlub de carretera que habían
encontrado.
.
Qué bueno. Pero triste final, aunque arranque una sonrisa. Pobre hombre, o pobre extraterrestre, quién sabe. Muy bien contado, engancha desde el principio. Esperaba hasta el último momento que viniera su familia extraterrestre y se lo llevara pero la vida es una mierda. Un saludo Adivín.
ResponderEliminarYo también esperaba el encuentro extraordinario. No obtante seguro que sentirse extraterrestre durante toda la vida, fue especial. Muy bueno, me tenías en ascuas, que lo sepas!
ResponderEliminarUn abrazo.
me da a mi que no era ese universo el que el quería, aunque fuera el único asequible.
ResponderEliminarBlogsaludos
Me ha traído a la cabeza "La Torre de Suso" lo de las cenizas por el puticlub. ¡Qué peligro tiene la interpretación de la letra!.
ResponderEliminarAdivin, que mala leche la de sus amigos, aunque igual vienen de otros mundos a ese lugar para recoger las cenizas.
ResponderEliminarMe gustó.
Un abrazo.
Y fue a dar con sus cenizas al Universo de la Vía Láctea...
ResponderEliminarSaludos muchos, Adivín.
¡Que magnífico final!
ResponderEliminarLe da sentido a toda la vida del personaje. Nada más pegado a la condición humana, ¿No?
Enhorabuena.
Si es que el Universo está en todas partes... él no dijo donde exactamente!
ResponderEliminarMe he quedado con ganas de saber qué le pasa después del accidente, si tiene alguna experiencia post mortem interesante...
Un abrazo
Nunca se cumplen nuestros últimos deseos porque no dependen de nosotros. Dependen de quienes lo pondrán en marcha. Por lo menos lo incineraron.
ResponderEliminarYo quiero lo mismo, aunque no aspiro al Universo, me conformo con el mar.
Precioso relato, me gustó muchísimo.
Saludos.
En el universo no sé, pero desde luego acabó en el séptimo cielo...
ResponderEliminarOcurrente relato, mejor final.
Saludos
Un final triste para una vida triste: enajenada y solitaria. Obsesionarse con alguna idea alocada suele tener consecuencias fatales. Y en este caso, aun patéticas.
ResponderEliminarMuy buen cuento, Nel!
Un abrazo
Coño, es que "El Universo" también forma parte del Universo.
ResponderEliminarEa, abrazos enormes,
PABLO GONZ
Uis! pobre muchacho!
ResponderEliminarque final mas triste!! no encontraron otro sitio mejor???
Jajajajaja...
Perdoname Nel, pero me estoy muriendo de risa... me entró la risa floja... pensando en esos amigos, tan lunáticos como él...
No sé, se me ocurre subir bien alto y esparcirlas, tipo vuelo galáctico.. habia tantas posibilidades!! pero encontraron una ajustadita a sus ultimas voluntades!!
Jajaajajaja...
En fin... muchas gracias Nel, me has hecho reir a carcajada...
un beso bien grande, desde el mediterráneo.
Es lo que tiene, amigo mío, si quieres que las cosas se hagan, hazlas tú mismo ;)
ResponderEliminarpero el detalle del puticlub es antológico :)
un abrazo admirado
¡Ay querido amigo, no imaginas lo que me identifico con eso de creerse extraterrestre! Y es que a fuerza de llamárselo a una, se lo termina por creer. Muy simpático tu relato, gracias por sembrar sonrisas.
ResponderEliminarTen amigos para esto, hay que ver, pobre extraterrestre... jajaja muy divertido, Adivín.
ResponderEliminarBesitos
que final triste, pero ...
ResponderEliminarMuy bueno, Nel. Te has convertido en el Asimov del siglo XXI. Besos.
ResponderEliminarUn poco triste la vida de este extraterrestre. Y también un poco tarde para irse de putas. Supongo que los amigos quisieron hacerle un homenaje.
ResponderEliminarUna solución salomónica.
ResponderEliminarInteresante y original micro, Nel.
Besotes.
Gracias de nuevo por acercaros a mi blog y dejar vuestros comentarios. Espero seguir no defraudándovos.
ResponderEliminarBlogsaludos
Pobrecico, no sabe que todos somos extraterrestres. Me ha encantado el final, je, je.
ResponderEliminarJajaja, iba a decir pobre tipo pero creo que gozó el gran tesoro de tener causa. Excelente final. ¡Saludos!
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