Doña Olvido entró sollozando en el casino de Villapalofrío sujetando
entre sus manos la urna que portaba las cenizas de su presidenta y amiga, doña
Remedios Aguasvivas de la Laguna. En la sala de reuniones de la tertulia
femenina Benedictine del Santo Sepulcro le esperaban el resto de cofrades que intercambiaban
pareceres. Alguien muy perspicaz dejó caer que gracias a la difunta mandataria
habían mejorado mucho las sillas que heredaran de sus difuntos esposos y que
ahora presidían las reuniones de tan sagrada hermandad. Cada silla tenía
grabado el nombre de su finado propietario en unas vulgares letras blancas
sobre fondo negro. Doña Remedios, siempre tan eficaz, exigió que se cambiaran
los colores de los rótulos por un refinado tono champagne dorado cubierto por
un distinguido negro zaíno.
-No puedo recordar las últimas palabras de doña Remedios… -decía
la servicial doña Olvido y echaba a gimotear desconsoladamente mientras entraba
en la atestada sala. Nadie la escuchó.
La urna con las celestiales cenizas comenzó a pasar de mano
en mano en tanto los labios de todas ellas se pegaron a la tapa dejando
multitud de olores a carmín. Doña Modesta tapó los grititos de recibimiento a
las santas reliquias con su voz de barítono de coro eclesial.
-Os acordáis de la pulcritud con la que llevó el dislate de la
Placeres. Yo creo que fue esa la causa de su desgraciado desparrame cerebral.
Recordaban cada palabra vertida en aquella sala el día del
juicio a la infame. Doña Remedios estuvo colmada en cada una de sus
intervenciones mientras que la Placeres escupía desprecio en sus machaconas y
arbitrarias intrusiones. La presidenta comenzó con unos versos de Santa Teresa
de Jesús que enaltecieron a las masas y avisaron a la pecadora que estaba
condenada antes de que se atreviera a hablar.
-Ya me acuerdo, ya me acuerdo… -cortó los recuerdos
colectivos doña Olvido.
-Cállate, insensata. Déjanos esbozar en palabras la gran
intervención de doña Remedios. No nos agobies con tus tonterías –le espetó doña
Modesta.
Las palabras volvieron al redil, pasando de boca en boca y
recordando la última reunión que presidió aquella inmensa mujer. Doña Remedios
recordó que la moral era uno de los grandes
pilares de la tertulia femenina Benedictine del Santo Sepulcro y la
Placeres soltó que la asociación era más el Club de los Funcionarios Muertos,
haciendo reseña a sus difuntos maridos que trabajaron todos en el ayuntamiento.
Doña Remedios tuvo que ser atendida con sales que suavizaron aquel desmallo infernal
que le provocó la inquina barriobajera de la Placeres. Fue un acto de desprecio
que obligó a la extraordinaria presidenta a ir al grano.
-Repelente víbora, no te da vergüenza pasear por el malecón
del paseo fluvial cogida del brazo de Agustín, el boy del club de las afueras,
y hacerlo a la hora de más afluencia, cuando dejabas en entredicho nuestra
reputación.
-Pues no, mira tú por dónde. Y bien que me miraban todas las
presentes con ojos de envidia. ¡Qué estamos todas libres y sin tiempo que
perder!
-Canalla, te has saltado todos los acuerdos de nuestra
tertulia. Por ello te expulso de por vida de la asociación y te quito la silla
de tu difunto marido, el pobre no se merecía esto.
-Pero si era un putero de mil pares de cojones.
Todas recuerdan como tuvieron que coger a doña Remedios de
otro pertinaz desvanecimiento ante las rudas palabras de la Placeres. La muy
lumia se echó a reír levantando las faldas y dejando ver su culo sin bragas.
Retiraron sus vistas de tan insolente hecho y se alejaron hacia la iglesia para
implorar por tan pérfida mujer.
Después de aquella remembranza del pasado reciente todas
guardaron silencio en honor al pundonor de doña Remedios. ¿Qué iba a ser de
ellas ahora que había muerto?
-Ya me acuerdo, ya me acuerdo... Doña Remedios me dejo esta
carta dirigida a todas nosotras –profirió doña Olvido ante la mirada atónita de
sus compañeras. Doña Modesta recogió la misiva y la leyó en alto:
“Queridas amigas en la
decencia y el decoro, he de suplicaros que cumpláis mi último deseo: esparcid
mis cenizas por entre las santas sábanas sudadas por nuestro cofrade secreto en
el amor, Agustín”.
Ay la virtud, esa gran farsante, je je.
ResponderEliminarMuy bueno Nel, felicidades a los dos pues.
Un abrazo.
Es maravilloso cuando una charla nos deja como un extra la idea para una historia tan lograda, Nel.
ResponderEliminarMe gustan tus relatos, siempre termino enganchándome con la historia y (a qué negarlo) tomando partido por alguno de los personajes.
Un fuerte abrazo.
HD
Vaya una historia que os habéis sacado de recatadas y una descarada, la Placeres.
ResponderEliminarMuy buenos los nombres, acordes a su personalidad.
Saludos y bienvenido, de nuevo.
Los diálogos con amigos llevan de una cosa a otra, y se acaban urdiendo historias que valen la pena. Como esta.
ResponderEliminarUn saludo.
Que bien has descrito la hipocresía, con buen humor. Besetes.
ResponderEliminarjajaja qué cachondeo de relato! Me la he imaginado escandalizándose y controlándose unas a las otras, jaja
ResponderEliminarY al final todas desmayadas seguro!
Nel, tienes un sentido de humor que me gusta. Lias u deslías las historias a tu gusto.
Gustoume moito, bicos.
Qué bien, Nel. Me he imaginado la cofradía. Y me has transportado a mi infancia y juventud, cuando vi esas mujeres que guardaban luto. Me has hecho reír.
ResponderEliminarUn relato que engancha y te deja pensando en mil cosas que no podemos hacer. Encantada con tu entrada. Un abrazo.
ResponderEliminarPor lo general me frenan los relatos largos, hay que saber llevarlos, entretener y enganchar. Lograste todo eso y encima una carcajada.
ResponderEliminarSaludos
Nel, hermosa historia, amena y risueña, hay que saber contar..! Abrazo.
ResponderEliminarHola Nel
ResponderEliminarLeyéndote me llevaste a ese malecón donde este (tu) relato comenzó a fraguarse
Y es que tu narrativa así lo logra
Un abrazo enorme
Y feliz semana amigo !
Que linda historia salida de una charla entre dos
ResponderEliminarHola, Nel. Tenía curiosidad por saber qué escribes y me ha gustado leer esta y otras divertidas historias, muy bien ambientadas en los diálogos y en la peculiar moral de los personajes.Muy bien definidas las dos mujeres de personalidad opuesta y los cotilleos de los pueblos.
ResponderEliminarVoy a quedarme de seguidora, si Blogger no me pone pegas de incompatibilidades que no entiendo.
Un afectuoso saludo.
Me quedo con la exclamación de la Placeres: ¡Que estamos todas libres y sin tiempo que perder!
ResponderEliminarLo que no sé es que hacía ella en ese club de hipócritas.
Es curiosa la fauna que puebla Villapalofrío, será mejor no quitarle ojo de encima.
Un abrazo.
Relato que rezuma hipocresía.
ResponderEliminarUn saludo indio
Mitakuye oyasin
Muy bueno el relato, y como decía aquél la vida son cuatro días y a disfrutarlos. Así que fuera de remilgos y leches. Que surjan entre los amiguetes muchas historias de estas como las que acabas de contarnos. Gracias por tu visita y por tu comentario. Yo también te enlazo a mi lista de blogs.
ResponderEliminarSaludos.
Hola Miguel, la virtud es un arma de doble filo. Si sale buena, serás un virtuoso en escribir, tocar el piano,...; pero como salga mala, no la para ni Placeres... Saludos.
ResponderEliminarHola Humberto, aquí se produce un proceso mutuo, tu forma de escribir me atrae y me encandila. Por otra parte, tengo unos amigos probadores de relatos que son una delicia y a veces ayudan más allá del mero probar. Saludos.
Hola Desdemipinar, los nombres fueron fundamentales. Mientras caminábamos, las risas siempre indicaban que algún nombre nuevo abría nuevos caminos al relato. Saludos.
ResponderEliminarHola Albada2, y cuántas historias se quedan en el tintero porque lo único que hacíamos era un divertimento. De ésta fuimos conscientes y cuando llegue a casa tomé rápidamente nota, los nombres los primeros. Saludos.
Hola Trimbolera, que no nos falte el humor. Cuando se satiriza a gente tan encantadora como ésta, hace falta aderezarla con una buena salsa de humor para que pasen al recuerdo. Saludos.
ResponderEliminarHola Ohma, es esta retranca tan nuestra, tan de Galicia y Asturies, que sale aunque escribas un drama de 569 capítulos.Por cierto, prepara las sales para las desmayadas. Saludos.
Hola Ximens, no hace falta ir tan para allá. En mi edificio tengo una beata como estas que tiene en su buzón colocado lo de viuda de... y al final no cogió el nombre del hijo que vivía con ella. Son tan piadosas que se olvidan de este mundo. Saludos.
ResponderEliminarHola Lola, me encanta que te haya gustado. Un buen relato necesita que después su lector hurgue por él y lo haga suyo, así que gracias por tu piropo. Saludos.
Hola Silvana, gracias por tus palabras. En inglés existen dos tipos de microrrelatos: micro-fiction y flash-fiction. Durante algún tiempo escribí la primera, pero ahora me he decantado por la segunda. La primera es hasta 300 palabras y la segunda de 300 a 1000. En la segunda se desarrolla más la historia y es lo que me apetece ahora. Yo que tú no me reprimía de leer micros un poco más largos. Te encontrarás maravillas. Saludos.
ResponderEliminarHola Eduardo, gracias por tus palabras, me honran cuando vienen de una persona capaz de escribir tanto con tan poco. Soy un poco irreverente escribiendo, es lo que me gusta, por eso me salen así los relatos. Saludos.
Hola MaRía, para los que vivimos con la mar al lado de casa es algo maravilloso pasear con ella, son muchos los relatos que me han salido con su ronroneo. Si encima lo aderezas con un buen amigo, el resultado tiene que ser siempre bueno. Saludos.
ResponderEliminarHola Recomenzar, las charlas siempre inducen a la inspiración. Un buen paseo al lado de la mar y con un amigo inspira todavía más. Saludos.
Hola Fanny, las historias divertidas tienen más posibilidades de conquistar al lector. Pero no son fáciles, cada vez que me enfrento a una se me llenan de miedos mis musas. Encantado que te quedes por aquí. Saludos.
ResponderEliminarHola Ishtar, en todo club de hipócritas tiene que haber alguna que no se sabe porqué está ahí, es ley de vida. Esta vez ha sido a la pobre Placeres a quien le ha tocado la china. Villapalofrío se va poblando de personajes no tan lejanos de nosotros pero un poco peculiares. Saludos.
Hola David, encantado de tenerte en mi blog. Ya ves, he tenido a éstas adoradoras de la mentira una buena temporada en cartel. Mañana vienen otros más... mejor no te lo cuento, te lo escribo. Saludos.
ResponderEliminarHola Rafa, cuando se mira tanto al qué dirán, se olvida que la vida no se cuenta, se vive. Este tipo de personajes son un filón que llenan páginas y llenarán en un futuro. Gracias.
A todos gracias por vuestra visita, aunque no hayáis dejado vuestro comentario. Así todo, el comentario anima al escritor y lo comunica con el lector. Esto último es fundamental en el mundo de los blogs. Saludos a todos.
ResponderEliminarEs la tercera o cuarta vez que leo este relato y en cada lectura me divertí: es que me parece ver a todas aquellas mujeres muy impostadas y escuchar de Placeres su lenguaje grandilocuente, haciendo de las suyas. El final es formidable.
ResponderEliminarDesparrame cerebral, inquina barriobajera, mil pares de cojones. todas estas expresiones de por si traen su propia historia.
¡Felicitaciones Nel Moran! Es gusto observar y presenciar los hechos histórico sociales de tu villa.
Hola Jorge Luis, en esta historia nada es por casualidad, todo se ciñe a un guión prefijado desde una caminata por la playa con un amigo. Ni los nombres son inocentes, ni las damas ... Saludos.
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