RECATO DIVINO
Su fama de casquivana le persiguía por todos los vericuetos del matrimonio. Su marido compró aquel plumífero para que la vigilara. Nada más que se acercaba a la casa en busca de su mujer, el loro repetía sin cesar las últimas palabras del amante de turno. Por mucho que ella se pusiera a hacer encaje de bolillos, a tricotar o a hacer ensaimadas, el muy cuco le retiraba su soldada, le llevaba a la casa del pueblo unos días y le regañaba.
Pasados dos años, el loro dejó de recitar las palabras licenciosas a las que tenía a todo el mundo acostumbrado. Nada más que significaba una cosa, su mujer se había recatado y comenzaba a ir por buen camino. Se hizo de misa diaria. Por las tardes iba a la sacristía a coser ropa y a planchar para los pobres. Entró como miembro de honor de adoración nocturna y, después de dejarle la cena preparada para su marido, marchaba a tan sacra misión.
En señal de confianza, el marido se deshizo del loro y le compró un collar de diamantes. Sin embargo, ella comenzó a adelgazar y a encerrarse en casa. Su marido le preguntó:
-¿Qué te pasa cariño?
Ella callaba y escuchaba. A lo lejos se oía la voz de la lorita del convento diciéndole:
-Si no vuelve mi loro del alma, tú no rezas con todo dios.
Ilustrado: Miguel Jiménez
jajjjajajaja
ResponderEliminarMe sacaste unas risas con el micro de hoy. Y no era especialmente fácil.
Un saludo indio
Jajaj, genial.
ResponderEliminarAbrazos
Jajaja muy gracioso.
ResponderEliminarSaludos.
Jajajajaja!! Y parecía tonta la muchacha!
ResponderEliminarMuy bien hecho, con hombres como ese, ¿Quién no desea un lorito que rece nuestros amantes?
Un abrazo!!
Manu UC.
Es la mejor manera de deshacerte del enemigo, aliándote a él, así loro y lorita, dejaban camino libre, vaya, vaya.
ResponderEliminarUn abrazo!!
jajajajajajaja... Pobre lorita, se le terminó la diversión...
ResponderEliminarPero creo sinceramente que el marido se lo merecía, si en lugar de vigilar a su esposa, hubiera sido más cariñoso con ella, más atento a sus "necesidades" no tendría que buscar fuera lo que no encontraba en su casa...
Muy bueno tu micro. Un placer leerte.
Besitos de jengibre y buena semana.
Muy bueno, me acuerdas a los famosos cuentos del Decameron. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy ingenioso jeje dale al vigilante algo que le distraiga :-)
ResponderEliminarJeje, ya decía yo que era tan fácil eso de volverse recatada!
ResponderEliminarMuy bueno, Adivín!
Unamos tu risa a mis palabras me hiciste sonreir genial!!!!!!!!!! besos desde este lado de la luna
ResponderEliminarHola Indio. Me gusta que te hayas reído. Esa fue otra faceta mía que igual resucito de vez en cuando.
ResponderEliminarBlogsaludos
Hola Su. Hoy recibo una dosis de risa. A veces es bueno.
ResponderEliminarBlogsaludos
Hola rubo. Es que los asturianos somos graciosos. ¿O no?
ResponderEliminarBlogsaludos
Hola Manu. Es que el loro se las trae.
ResponderEliminarBlogsaludos
Hola Maite. Aunque a veces lo dejas a un lado y sigues tu camino. Ya sabes: ¡Al enemigo, ni agua!
ResponderEliminarBlogsaludos
Hola Jengibre. Bueno, su mujer tampoco era un dechado de entrega. Entrega a él, me refiero.
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Hola Hectór. Gracias por tus buenos ojos. Espero algún día acercarme al Decameron.
ResponderEliminarBlogsaludos
Hola Cybrghost. Aunque después de darle, nos lo han quitado. Nos la armaron.
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Hola Recomenzar. Gracias por tus palabras y bienvenida a mi blog.
ResponderEliminarBlogsaludos
Me faltabas tú, Virginia. ¡Vaya fallo! Con las ansias que tengo de leerte otro micro de los tuyos. Espero que sea pronto.
ResponderEliminarBlogsaludos
Cuan engañado estaba el marido ja ja ja ja
ResponderEliminarBlogsaludos
Hola Canoso. Por desgracia este es un mundo de engaños.
ResponderEliminarBlogsaludos