Si le das a este enlace podrás leer esta prosa-poética que he publicado en mi blog Deseo Indigno. Gracias por tu amable atención. Saludos.
Diario de Incontinencia
2/2/18
25/5/15
SILENCIOS CÓMPLICES
Hay momentos,
sólo
momentos,
en los que anhelaría
ser
poema,
cuyas palabras se conjugarían
en verbos de fe,
de plurales perfectos
y acentos sincopados.
Hay momentos,
sólo momentos,
en los que
disfrutaría
siendo canción,
con notas
sedosas
que suavicen
los ritmos,
de serena
ejecución
e imperturbable
armonía.
Pero no es
sencillo,
la
existencia no fluye apacible,
aquel
poema,
aquella canción,
se han
transformado
en pesadillas,
en
iracundas heridas,
en
silencios cómplices de traición.
18/5/15
TIEMPO DE ABUELOS
Apenas abierto el coche, todo mi ser se llenaba del olor a
lavanda y el sonido del viento del sur. Después, me quedaba quieto un instante
para absorber retazos de veranos pasados, esperando con ello recobrar la
ilusión de mis ansiadas llegadas precedentes. Mi abuela salía en mi búsqueda
mientras mis padres sacaban del portaequipajes mis maletas, saludaban
cortésmente y se marchaban con la excusa de sus trabajos tempranos.
-Corre, que abuelo te espera en el estudio.
Mi abuelo, el rey de las palabras, adornaba las páginas del
ordenador de belleza medida al dedillo. Su
sonoro beso se mezclaba con el recitado fragoroso de aquel poema que escribió
con mi nombre la primera vez que pise la casa. Los ojos me repasaban de cabo a
rabo, con esa sonrisa tras la cual se escondía el cariño, la sabiduría de la
edad que intentaba transmitirse como una caricia. Entonces salíamos de su
estudio de la mano, dirigíamos nuestros pasos hacia las escaleras y subíamos sabiendo
que el tiempo no existía entre nosotros, sólo las palabras eran capaces de
medir nuestros instantes. Abuela estaba desocupando mis maletas y nosotros la
ayudábamos.
Había empezado, como otros años, la felicidad sin parangón.
Todos los días, después del desayuno, mi abuela preparaba
los bocadillos para irnos a la playa fluvial de Villapalofrío. Esperábamos ansiosos
a que sonara el timbre de la cancela que tocaban nuestros vecinos de arriba de
la colina para iniciar juntos la marcha alegre hacia el refresco del verano. Antes,
le daba un beso al abuelo, que cuidaba con esmero aquellas flores
azul-violáceas que llenaban el jardín de un aroma celestial, y le decía adiós
con la mano. Comenzaba así, sin paliativos, mi juego con los niños amigos del
vecindario que hacíamos del camino una suerte de andanzas. Llegábamos a la
playa fluvial y no perdíamos ni un segundo en meternos en el agua. No sé para
qué habían gastado tanto dinero con la arena que descansaba al lado del río, nosotros
apenas le dábamos uso. Nada más salíamos del agua para comer o explorar los
alrededores del pueblo en busca de aventuras piratas que nos alejaran de todo
aburrimiento.
Aquel año habían venido unos veraneantes nuevos muy
remilgados que tenían a un llorica por hijo y, para más inri, nos obligaban a soportarlo. Nos escapábamos de
él a cada segundo para poder ponernos nuestros garfios y patas de palo sin que
sus continuas protestas nos hundieran el barco de aventuras.
-Javi, sé bueno y juega con el niño. Hazlo por tu abuela –me
decía implorante mi adorada yaya a sabiendas que por la tarde-noche mi abuelo
me premiaba con algún improperio sobre el niño de marras.
Un día, sin maldad alguna, nos metimos en el río y
comenzamos a nadar para la zona más profunda. El repipi nos amenazó con ir a
contárselo a los mayores. Todos a una, lo agarramos por piernas y brazos y lo
metimos más allá de las profundidades exploradas. Aprendimos que apenas sabía
nadar, que sus padres aún lo hacían peor y que los socorristas tenían muy malas
pulgas cuando los niños hacíamos, según ellos, gamberradas. Desde entonces,
solían ponerse alejados de nosotros, levantándose así la veda pirata y
regresando de nuevo la alegría.
A media tarde, tornaba al santuario de mi abuelo donde nada
más nos recordaba el tiempo un reloj de pared que marcaba las horas. Me sentaba
a su mesa sosegado y escribía sin cesar cuentos y cuentos que él me enseñaba a
redondear. Mientras tanto, la abuela, en otro cuarto, dejaba que su trabajo de
pintora derramara color por lienzos infinitos.
Rara era la tarde que no empezáramos nuestra sesión de
escritura contándole lo que hiciera el pejigueras ese día y mi abuelo
fantaseara con lo sucedido dándole el peso de aventura sin igual. Entrados ya en
ese mundo mágico, yo escribía y escribía acerca de esa pandilla pirata que huía
siempre de su enemigo acérrimo que intentaba hundirles la última picia ideada.
A cada poco le arreaba un codazo a mi abuelo para que leyera mi ocurrencia
postrera. Sus risas me indicaban que le gustaban las ideas pero siempre tenía
algún pero que mejoraba mi historia.
Aquella tarde fue especial. Le dije al abuelo que no le iba
a contar nada de la criatura, que lo iba a escribir para que él lo leyera.
Trabajé y trabajé sin cansarme lo más mínimo, la aventura iba saliendo poco a
poco. Hasta que llegó ese punto y final que me obligaba a enseñársela a mi
abuelo. Vi como la leía sin apenas mandarme hacer mejoras. Nunca corregí esos
pequeños detalles con tanta felicidad. Mientras lo hacía, mi abuelo quedó en un
duermevela de los que él tanto escribía. Yo no avanzaba en los arreglos del texto
si no salía una sonrisa de mis labios o un aja de mi boca. Estaba seguro que aquella
iba a ser mi primera historia publicada, mi futuro.
Acabé cuando el viento sur se había retirado de la colina y
había dado paso a una llovizna menuda traída por el viento del norte.
-Abuelo, abuelo, ya he terminado… Abuelo…
El reloj de pared había detenido el tiempo. Su sonido al dar
las horas se había sumado a un silencio perpetuo.
Se aproxima el final de ciclo. El lunes próximo, 25 de mayo, este blog dejará de publicarse por el momento ya que su autor se dispone a escribir una novela que le va a llevar mucho tiempo. No os perdáis ese final, va a ser con una poesía que seguro os encandilará. Hasta entonces, saludos literarios.
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11/5/15
EL GRAN BAILE
Año tras año se celebraba en Villapalofrío la competición de
quién iba más atusado al Gran Baile del Club de Golf. Cada boutique, cada
tienda de complementos, cada joyería, cada peluquería,…, bueno no, cada
peluquería no, había una destartalada barbería en pleno centro de la villa
cuyos dueños hacía tiempo que se habían quedado anticuados. Nadie se aproximaba
a sus puertas, el desprecio hacia los decrépitos viejos se traducía en la más
absoluta indiferencia.
Aquel año fue distinto, su nieto se hizo cargo del
establecimiento y la innovación iba más allá de una sorprendente mano de
pintura. Los peinados unisex destilaban un aire de elegante modernidad y la gente
más chic comenzó a visitar la peluquería. El boca a boca se encargó de la
publicidad, rompiendo así todos los records de reserva para el extraordinario Gran
Baile del siglo.
El Club jamás había sido decorado tan elegante. La
servidumbre lucía unos trajes de gran distinción. Los invitados se veían
flamantes en su habitual coquetería. Incluso contrataron a la orquesta de mayor
swing de cuantas actuaban en los clubs de finura. Al llegar la medianoche,
justo cuando empezaban los cambios de pareja más sexis de toda la alta
sociedad, los aspersores de incendio comenzaron a funcionar y la laca de los
peinados se convirtió en una masa pegajosa que destrozó la velada más delicada
de la historia.
Nadie se explicó como la barbería volvió a lucir su
desconchada pintura. Los viejos tornaron al trabajo con unas elegantes
sonrisas.Seguimos con esta cuenta atrás de despedida. Quedan un relato y una poesía para acabar de momento este blog. El lunes próximo, 18 de mayo, publicaremos el relato y dejaremos que sea la poesía la que cierre este ciclo el lunes 25 de mayo. Hasta entonces, sed buenos.
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4/5/15
ACTO SOCIAL
Siempre me resultó penoso asistir a este tipo de actos
sociales de dudosa efectividad. Los hay que asisten por morbosidad, los más;
otros por dolor, los menos; y después estamos los que asistimos por obligación.
Mi esposa Cuca está acostumbrada a escaquearse dejándome el muerto para mí. ¡Dios
santo! Ustedes perdonen por esta palabra tan desafortunada. En estas
circunstancias estaba mejor con la boca callada. Aunque veo que no soy el
único, vaya como están poniendo esos asistentes al finado. ¿No dicen que hoy es
el día de las alabanzas para el difunto? Éste debía de ser de armas tomar, ni
en su día le echan flores.
Aquí en Villapalofrío existe la tradición de beber por el
difunto una vez enterrado, pero este debía de ser un tacaño de órdago. Debe de
tener hasta contada el agua bendita. En fin, hoy no me podré coger una pequeña
peonza a la salud del fallecido. ¡Uf! Esas lumias dicen que su pobre esposa
quedó descansada. ¡Qué elementas! Vaya sambenito que nos cayó a los machos.
Ahí vienen con su ataúd. Muy tacaño no debía de ser, esa
caja no es de las baratas. Me voy a acercar a la familia para darles el pésame,
no quiero aguantar estoicamente el rollo de la misa. ¡Qué pelmazos! Todos rodean
a la viuda, como buitres. Voy a mirar si puedo acercarme a los hijos. ¡Peor me
lo pones! Parece que hay un hueco en las cercanías de la viuda. ¡Esta es la
mía! Pero, si es…, si es… ¡Cuca, mi mujer!
Comienza la cuenta atrás. Tres relatos y una poesía pondrán el broche de oro a este blog. Su autor se prepara para escribir una novela larga y no va a tener tiempo para él. El próximo lunes, 11 de mayo, volveremos con otro microrrelato que os va apasionar. Hasta entonces.
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20/4/15
MIEDO AL VACIO
Quiero intimidar al viento
en su bufido atronador.
Ansío asustar a la lluvia
en su chocar inhóspito con la vida.
Ambiciono amenazar a la nieve
en su estrepitoso caer de incomunicación.
Todo,
anhelo hacerlo todo,
para impedir mi miedo,
ese miedo a las palabras huecas,
a las palabras sin nombre,
escritas sobre espinas
forjadas en hierro
por mi corazón.
He vuelto. Lo he hecho antes de tiempo. No sé, esa sensación de vacío que te da estar lejos de tu blog puede ser el culpable. Pues aquí estoy, espero que os guste la sensación que he publicado hoy. El 4 de mayo, a las 9 de la mañana hora española, tendréis de nuevo una historia de Villapalofrío. No os la perdáis. Hasta entonces, saludos.
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13/4/15
16/2/15
CUERPOS REBOSANTES DE MENTIRAS
Cuerpos rebosantes de mentiras
recogidas en lagos de avenenciay abandonadas en ríos de acusación,
no clavéis vuestra inmundicia,
ni cantéis vuestros engaños,
ni tanteéis vuestra desidia,
dejadnos recorrer el pulcro camino
lejano del tedioso sendero
de la falacia,
dejadnos sentir el digno trinode los pájaros exultantes de la vida.
Cuerpos rebosantes de mentiras
pensad que el fruto que nace en nosotros
jamás se empodrece con la inquina,
con el alud de la sospecha,
con la mirada del asesino de la razón,
con el negro carbón de la calumnia,
apartad vuestra verborrea culpable
del viento suave de la existencia,
apartad la injuria chirriante
del placido fluir de la deferencia.
Cuerpos rebosantes de mentiras
no conseguiréis llenar nuestros corazones
de vuestra virulenta falsedad.
Llegó la hora del descanso, necesito relajarme y descansar antes de ponerme la toxina botulínica para mi lado derecho del cuerpo medio dormido. Volveré el 4 de mayo, a las 9 de la mañana, con otra aventura en Villapalofrío. El 18 de mayo podréis leer otra sensación. Hasta entonces, que seáis felices y la vida os sea todo ventura, saludos.
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