PUCK
Es un placer volver a estar en estos lares, aunque confieso que me ha costado responder a la pregunta de Nel sobre la metodología de trabajo porque, en mi caso, cada micro es un mundo. Algunos aparecen sin más en la pantalla (creo que las ranas trabajan de noche en los jardines), otros son una idea sobre la que voy dando vueltas, hay fotos, dibujos que me cuentan una historia y me encanta jugar con ideas propuestas por concursos o iniciativas, palabras, inicios...
A la hora de escribir reconozco que, quizás por deformación profesional, voy directa al grano, a lo que quiero contar. Los periodistas, y más los radiofónicos, estamos acostumbrados a contar en "breve" largas historias, complejas explicaciones, juicios, debates político o presentaciones de libros. Resumir es mi día a día y creo que el microrrrelato me da la oportunidad inversa, es decir, escribir primero lo breve y, a través de ello, sugerir, o al menos intentarlo, todo lo demás.
Esta "teoría" creo que puede verse en "La buhardilla", micro al que además le tengo mucho cariño porque fue de los primeros de los jardines y participó en la página de Anónima Mente a través de la que Ángeles Sánchez nos engachó a muchos a este micromundo de palabras. Espero que os guste.
LA BUHARDILLA
Convivir con fantasmas es complicado. Lo descubrí al llegar a Madrid, a esta buhardilla algo destartalada del barrio de Lavapiés con muebles de esos de madera antigua que respiran historia. Pinté las paredes, puse algunos cuadros, pero dejé aquel marco olvidado sobre el tocador.
Al principio no me di cuenta, pero ella estaba ahí y poco a poco fui estableciendo una relación con la mujer de la imagen. Le saludaba por las mañanas y ella me devolvía una sonrisa e incluso algún día me llegó a hacer burla. Lo vi por el rabillo del ojo mientras salía por la puerta.
Con el tiempo dejó de sonreirme. Por las noches intentaba animarla contándole historias. El trabajo le aburría, lo supe enseguida, así que empecé a inventarme fiestas, divertidos amigos, enredos amorosos... pero también de esto se cansó y comenzó a mirarme huraña como si mi presencia le molestara.
La situación llegó a hacerse insoportable. Tuve tentaciones de tirarla por la ventana pero no pude, así que terminé poniendo la buhardilla a la venta. Creo que el nuevo inquilino le caerá mejor. Es un joven estudiante de medicina bastante atractivo, y parece simpático. Hoy me ha llamado para decirme que me dejé olvidado un espejo sobre el tocador y, como le pareció antiguo, pensó que podía ser un recuerdo de familia.
MAR HORNO
Nel, nuestro maravilloso Adivín Serafín, me ha concedido el honor de invitarme a su casa para que publique un microrrelato. A mi, aprendiza de modistilla de letras. Privilegio inmerecido pero eternamente agradecido.
Yo no sé si soy escritora, sólo sé que tengo la necesidad
existencial de escribir. Escribir me salva del vapuleo de la vida, dimensiona
mis problemas, le da a cada cosa la importancia que tiene, me rescata del
desvarío y me produce un placer que pocas cosas me proporcionan. Yo siempre
estoy escribiendo, en mi mente, pero siempre escribiendo, incluso dormida. Hay
noches que sueño que escribo. Los microrrelatos fluyen por mis sueños como el
agua por un río y alguna que otra vez he tenido que levantarme para escribir en
una libreta una idea, un desenlace o una frase antes de que se me olvide.
Cualquier hecho fortuito, cualquier situación cotidiana, cualquier noticia,
trágica o feliz, de pronto, me produce un chasquido en el cerebro, y me da una
idea. Luego, mientras cocino, o ayudo a mis hijas a hacer los deberes, o me
tomo un café en trabajo, o espero a que mi marido vuelva a casa, lo escribo, lo
pulo, lo mimo, lo acaricio. Casi nunca sé cómo terminar un micro, a medida que
lo escribo, él mismo me susurra al oído cuál quiere que sea su desenlace, casi
siempre le hago caso, y cuando no lo hago, el texto termina no valiendo nada.
Para la casa
de Nel he elegido un texto, que aunque no es el mejor, sí demuestra a la
perfección la forma en que suelo escribir, es decir, a salto de mata.
"Pisos
comunicantes" surgió una mañana cualquiera, mientras me arreglaba en el
baño antes de ir a trabajar. De pronto oigo el reloj de pared de mi vecina del
primero, dando las 7. El reloj parecía estar en mi propio pasillo, y pensé
¡joder, estos pisos de hoy tienen las paredes de papel!. El micro fue cobrando
forma mientras conducía y cuando llegué al trabajo, en dos minutos, lo escribí
de corrido, como si me lo dictara alguien invisible.
"Pisos
comunicantes" quedó finalista en el VIII Certamen Internacional de
Literatura Hiperbreve Pompas de Papel 2011. Espero que os guste y lo
disfrutéis.
Gracias Nel,
por acogerme en tu casa.
PISOS COMUNICANTES
Las paredes de
mi piso parecen de papel. Son paredes traslúcidas, diáfanas, sutiles,
comunicantes. No sé dónde empieza mi dormitorio y acaba el salón de la vivienda
contigua. Cuando oigo el despertador de mi vecino, me levanto. Cuando su hijo
llora, corro a ponerle el chupete. Cuando discute con su mujer, me parapeto en
el rencor. Cuando noto que tiene frío, pongo la calefacción. Cuando tose, voy
al médico. Cuando se desnuda mientras canta, abro la ducha. Cuando hace el
amor, me quedo embarazada.
Me sacáis los colores. Todos y todas estáis invitadas/os porque me aportáis algo: la lucha por escribir en un medio tan difícil como es el blog. Sois de lo mejor y lográis que día a día siga adelante. Perdonar si ultimamente sólo puedo estar con vosotros tres o cuatro días a la semana, los otros os echo de menos.
El próximo martes comienza una nueva sección: "Poetas en el Tintero" y la invitada primera será Rosa. No adelanto más.
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